abril 28, 2011

Qué fijada

Andando por las calles de diferentes ciudades hay cosas que me llaman la atención, como la abundancia de ciertos tipos de locales en ciertas poblaciones. Por ejemplo:

- Hace años al recorrer San Luis Potosí, S.L.P., ví muchísimos consultorios de dentistas.

- En Tampico notaba la gran cantidad de zapaterías.

- En Tijuana... ¡las subagencias! (locales donde se vende cerveza embotellada a precio de mayoreo).

- En Cuernavaca los laboratorios de análisis clínicos (que a veces son sólo lugares donde toman las muestras) y las tiendas de disfraces para niños. Tal vez no había muchas, pero cómo me llamaban la atención, ¿a poco se disfrazan mucho los niños cuernavacenses?

- Y aquí en mi ciudad, en la colonia donde viven unos parientes míos hay mínimo dos "tienditas" (refrescos, pan de caja, papitas, etc.) por cuadra, pero para encontrar una farmacia hay que recorrer muchas calles. Eso sí, al encontrar una farmacia se encuentran todas, porque hay como cinco en un radio de tres manzanas.

- En donde vivo hay farmacias por todos lados, pero las tlapalerías (¿es lo mismo que ferretería?) están un poco lejos. Y las dos que he encontrado están una frente a la otra, a los lados de la misma calle.

Sí, en efecto, me fijo en puras banalidades...

abril 25, 2011

Avisos parroquiales 3

Porque conozco a mi grey y sé que todavía andan medio dispersos, he aquí algunas notitas cortas y fáciles de digerir:
Templo de La Profesa, Centro Histórico del D.F.
- Cumplí mi cometido y he dado varios paseos por mi ciudad en onda de turista local. Y no fui la única, con gusto comprobé que las huestes chilangas aprovecharon los días de asueto para salir al sol y ver la ciudad de una manera diferente. Misión cumplida.

- He tenido problemas con mi navegador de Internet y no puedo entrar a muchos de mis sitios y blogs favoritos. Grrrrrr. A bajar actualizaciones en masa. Tengo que bajar una que pesa ¡más de 400 megabytes!

- Descubrí dos nuevos vicios en estos días: el Tai Chi y los amigurumis. Me explico:

 a) Asistí a una clase de Tai Chi en el gimnasio al que acudo regularmente. Ya alguna vez hace muuuchos años había tomado alguna clase de esta disciplina, pero no me mató de amor. Esta vez fue muy diferente. Me sentí fluir de manera natural con los movimientos, pude seguir con bastante soltura la secuencia y sudé rico. ¡Quedé prendada! Ahí estaré cada semana.

b) Y en cuanto a la tejida, por fin tuve chance de sentarme ante la compu y dedicar un par de tardes a aprender a hacer muñequitos tipo amigurumi con los videos e instrucciones del magnífico sitio Tejiendo Perú. ¡Genial! ¡Otra obsesión más para mi colección!

- Para cumplir una tarea relacionada con sus estudios, mi esposo ha estado re-viendo algunas películas del arsenal hollywoodense, así que me he unido a las veladas cinematográficas y he vuelto a disfrutar varios clásicos modernos. Hace poco vimos por enésima vez El Silencio de los Inocentes (Silence of the Lambs) y me sorprendió cómo sigue vigente. Y sigue dando escalofríos.

Por cierto, mi media toronja ya tiene su propio blog en donde escribirá sobre Coaching Ejecutivo. Soy su fans.

Que tengan feliz semana de Pascua y nos seguimos leyendo.

abril 18, 2011

Avisos Parroquiales 2

Supongo que no hay feligreses por estos rumbos, porque todos deben andar asoleándose en concurridas playas de México y el mundo, pero no importa. Este blog sigue a sus órdenes.


- Después de múltiples titubeos, por fin regresé a mi rutina de nado. En el nuevo gimnasio. Sin instructor. En una nueva y terrorífica alberca con agua medio salada que me sacó de onda la primera vez que me metí, pero en esta segunda ocasión ya pude hacer buena parte de los ejercicios que practicaba hace unos meses. ¡Victoria!

- El sábado hubo una tormenta con granizo aquí en el DF, con ruptura de ductos de drenaje, inundaciones de aguas negras (yuck), automóviles arruinados y todos los etcéteras. Nuestro rumbo se salvó, quedamos en una especie de "isla" con lluvia moderada mientras en los alrededores imperaba el caos. Le voy a proponer al consorte que agreguemos una lancha inflable a nuestros medios de locomoción.

- La ciudad se empezó a vaciar desde el viernes en la mañana, pero somos tantos que todavía queda suficiente gente para llenar estacionamientos, tiendas y restaurantes. Por supuesto se nota todo un poco más tranquilo, por lo que espero que en el curso de la semana pueda darme una escapada para hacer turismo urbano.

- Y hablando de turismo urbano, los que estén en el DF aprovechen de ir a una función del ballet La Bella Durmiente, en el palacio de Chapultepec. Está di-vi-no el espectáculo. Una amiga amablemente nos invitó al pre-estreno (la temporada empezó el 7 de Abril) y nos divertimos muchísimo. En lo personal, me sentía como niña admirando el vestuario, el baile de puntas con tutús maravillosos, la iluminación con efectos de humo de colores (para la bruja, claro) y ¡los caballos de verdad!. Una velada de belleza y retorno a la emoción de la infancia. Pero vayan muuuuy bien abrigados, la diferencia de temperatura es sorprendente al estar sentados al aire libre en la punta del cerro, por muy urbanizados que estén los alrededores.

Y buéh, que pasen una Semana Santa tranquila y divertida. Que haya paz para todos.

abril 13, 2011

Yo confieso... que sigo de malas

Angry chick
Y este calorcito no me ayuda en nada. Aunque el termómetro ya no está tan castigador, pues por lo menos acá en mi rancho la temperatura ha bajado un poco gracias al viento y los nublados de la tarde, pero pasamos una noches hot, hot, hot... y no por razones románticas (aunque eso tiene arreglo).
El trabajo ha bajado, las cuentas suben y la inspiración está escasa. Y para acabarla de amolar, el ver el periódico, la TV, oír las noticias o asomarse a la web (güeb) es fuente inagotable de frustración y tristeza. Como decía mi abue, "aayyy mi México..."

En los últimos días he intentado cuando menos tres diferentes entradas para el blog, e invariablemente no pasé de las primeras dos líneas. Hoy mi esposo y mi asistente doméstica de reciente contratación hicieron unos cambios en la cocina (preparando el espacio para la inminente llegada de un mueble) y a mí casi me da un colapso nervioso cuando fuí a sacar un platito y me encontré con los platos, vasos y tazas cambados de lugar. ¿Qué por qué fueron ellos quienes cambiaron las cosas y no yo? Porque me estaba peleando con la compu para entregar un trabajo que me estaba sacando canas verdes. La Ley de Murphy en acción. No son desastres, sólo pequeñas miserias cotidianas que se suman y colman el vaso.

Escribo esto en la nublada tardenoche del martes. Ya m'voy. Mi tejido me espera (aunque, lógicamente, me está quedando horrible).

abril 07, 2011

La culpa del sobreviviente

"We have to go back!" - Jack Shephard, LOST

Hace poco volví a ver la temporada 4 de Lost. En ella, parte de los protagonistas salen por fin de la isla donde se estrelló su avión, son rescatados y regresan a sus vidas "normales". Pero otra parte de ellos se queda en la isla, sufriendo las de Caín. Y resulta que para que todos (y TODO, por lo demás) se salven, tienen que regresar. A fuerzas. A cualquier costo.
Durante el tiempo que pasa entre su escape y su regreso, todos sufren por quienes dejaron, a pesar de tener vidas en apariencia exitosas y prósperas. Nada es igual, nada los satisface, el ocultar su verdadera historia en la isla los carcome poco a poco. Y se sienten culpables, profundamente culpables.

Hace unos meses me mudé, como lo he mencionado aquí múltiples veces. Después del trajín de la mudanza y el reacomodo, quedó el reto de acostumbrarse a una nueva rutina, la cual apenas siento que ha caído en su lugar. Pero persiste en mí el cansancio, un cansancio brutal que acabó por llevarme al médico. ¿El diagnóstico? "Estás deprimida", me dijo mi doc. Y tiene razón. Me recetó vitaminas, las cuales en verdad me han ayudado, pero todavía algo no está bien. Hoy, al leer las reseñas de las marchas de repudio a la violencia que se llevaron a cabo en todo México, pude dar con la razón profunda de mi depresión: Siento la culpa del sobreviviente.

Dejé Cuernavaca tras años de vivir ahí; dejé casa, perros y amigos del alma en busca de mejores oportunidades de trabajo y una vida más activa, más cercana a mi personalidad de "flor de asfalto". Tomamos esa decisión en familia hace ya un buen tiempo, considerando que era lo mejor para todos. Pero también dejé una Cuernavaca violenta, erosionada por décadas de corrupción que culminaron en asesinatos, narcomantas y balazos por doquier. Durante años traté de no ver la situación en su justa dimensión, pensaba que todos esos cuerpos colgando de puentes, al lado de carreteras o en cajuelas de automóviles eran de delincuentes, gente que se mezcló con narcos y tuvo las de perder... Pero entonces encontraron el cuerpo del joven Sicilia y otras 6 personas más. ¿Cuántas de las víctimas anteriores eran inocentes? Y, a final de cuentas, ¿importa realmente eso?

Yo pude salir, pude cambiar mi residencia a un altísimo costo económico y emocional, pero pude hacerlo. ¿Cuánta gente simplemente NO puede hacer eso? Si multiplicamos casos a lo largo de todo el país, la situación es aterradora. Yo sí pude... y me siento culpable. Siento que huí, que no tenía alternativa más que correr, que el cerco de violencia me estaba ahogando... a pesar de no haber sufrido nada en carne propia. Me salvé, mi familia se salvó, mis amigos siguen a salvo. Ya no quiero preguntarme hasta cuándo.

Pero me siento culpable. Vivo en el cielo, mientras mis amigas y amigos a lo largo de todo México se tienen que cubrir de las balas. Estoy deprimida y encabronada. No tengo respuestas. Y tengo miedo.

abril 05, 2011

Nostalgia por el Sol Naciente

Con cariño para Ale, porque esta entrada de su blog me trajo muchos recuerdos.

¿Clonando a Meteoro, eh?
Crecí viendo a la Señorita Cometa en la tele. Y a Meteoro, y a Ultraman y a Ultraseven (que nunca me gustaron mucho que digamos estos dos, pero era lo que había). Con ellos ví las calles de Tokio, conocí los templos budistas y shintoistas, los kimonos, los festivales y los peces de papel que vuelan sobre las casas. Sin saberlo, mi afición por las culturas orientales empezó ahí y el afecto por el Japón no se me ha quitado.
Años después tuve una compañerita de origen japonés en la primaria (¡hola Mayumi!). Con ella conocí las encantadoras cajitas para lápices hechas en Japón: unas monerías que se abrían por todas partes, tenían muchos compartimientos e incluían lápices, plumas, sacapuntas, gomas y todos los etéceras que una niña de 9 años podría desear para lucir en su pupitre de la escuela, y además, con los personajes de moda y otros que ni conocía pero que me parecían sensacionales. ¡Pero eran carísimas! Nada de ondas niponas made in China, pura calidad en serio.
Antes de que supiera lo que era manga o anime, ya era consumidora de la cultura pop del Sol Naciente. Yo y toda mi generación.

En la juventud entré en contacto lejano pero efectivo con la estética japonesa de los jardines, las casas, la cerámica... ¡y el sushi! Porque los alimentos también tienen que ser estéticos, cómo no. Y el ikebana con sus sobrios pero sorprendentes arreglos, los diseñadores de ropa con sus ideas loquísimas, la tecnología... y mi amado budismo zen que admiro con reverencia pero muy de lejecitos.
Ahí está el origen de mi acercamiento al budismo: de Señorita Cometa al Japón, de Japón a su cultura, de su cultura a su espiritualidad, del shinto al zen, del zen a China, de China a la India y de ahí al Tibet. Y todo por ver la tele en las tardes de mi infancia.

¡Arigato gozaimasu querido pueblo Japonés! Si alguien sabe levantarse de sus ruinas con gracia y decisión, son ustedes.
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