agosto 30, 2012

No se metan con mis thetas

...Con mis ondas cerebrales Theta, quiero decir. En realidad, debería ser "no se metan con mis ondas Alfa", pero como que no tiene el mismo ponch. Las ondas Alfa se producen en  el cerebro durante la relajación, cuando tenemos los ojos cerrados, así que son parte de las características del estado de meditación. Y apenas ayer tuve una curiosa experiencia con esas ondas .


Estaba doña Özer echándole un vistazo a Facebook, cuando vio por tercera o cuarta vez un anuncio en la columna izquierda, donde insistentemente se promociona la "música para meditar". En mi ya largo tiempo de estudiar budismo (aunque sigo siendo una principiante de cabeza dura) mis maestros han sido muy claros e insistentes en la diferencia entre la relajación y la meditación... y no, escuchar música NO ayuda a meditar, es simplemente un instrumento de relajación, que tiene su mérito, pero definitivamente no es meditación propiamente dicha. La meditación tiene muchas facetas, pero en general es fácil confundir el sentarse, cerrar los ojos (o no) y observarse atentamente a sí mismo (lo que nunca, nunca implica "poner la mente en blanco") con relajarse y divagar, que a fin de cuentas es lo que acaban siendo muchas técnicas distribuidas comercialmente.

Pero de todas maneras me llamó la atención el anuncio, le dí clic y revisando la página rápidamente llegué al lugar donde se puede escuchar una muestra de la dichosa música, la cual venden en paquetes de descargas electrónicas, y parece que está medio cara. Según quienes la producen, la música está especialmente calibrada de acuerdo a la frecuencia de las ondas cerebrales, para facilitar el acceso a estados de meditación aún en personas que no la practican o que les cuesta mucho trabajo relajarse y/o meditar. Según ellos, es infalible y segura. No, no voy a incluir el link aquí, porque me niego a hacerle propaganda a este método que se vende como lo que no es. El caso es que seguí las instrucciones: me puse los audífonos, le dí clic al botón de Play, cerré los ojos y procedí a escuchar... y a temblar, literalmente.

La música es del tipo New Age de spa, agradable pero nada del otro mundo. El sonido es muy fiel, e incluso se escucha una respiración humana, supongo que funciona para sincronizar la propia respiración y ayuda a relajarse, aunque yo la oía un poco demasiado fuerte para eso. Pero los efectos de la musiquita no me gustaron nada. Apenas dos o tres segundos después de iniciarla, mis párpados cerrados empezaron a tener tics nerviosos, totalmente involuntarios. Incluso el párpado izquierdo se me levantó un poco, como abriendo el ojo, pero yo no lo estaba controlando. Además, sentía algo rarísimo en los pómulos, como si tuviera los senos paranasales congestionados. Okey, don't panic, es solo música. Aguanté un poco más pero no llegué a escuchar ni a la mitad de la muestra de sonido. Abrí los ojos, apagué el sonido... y me tardé un buen rato en recuperarme, como media hora, de hecho. Me sentía francamente rara, como angustiada, necesitada de aire fresco y sacada de onda, además de esa sensación de congestión en la cara... todo, TODO lo que no espera uno sentir al estar ni medianamente relajado. ¿Música para meditar? No para mí, muchas gracias.

Hace años compré un cassette (uuhhh, ¿conocen ustedes los cassettes?) con música que contenía mensajes subliminales para incrementar el orden y la productividad personal. Estaban producidos por una editorial de libros de autoayuda, ya saben. En ese caso también la instrucción era escucharlos con audífonos, pero si lo hacía así alcanzaba a oír las voces que recitaban los mensajes, aunque no distinguía las palabras. Supuestamente, el sonido estaba diseñado para no escuchar los mensajes conscientemente. Al poner la música en los altavoces yo no escuchaba la voz, pero hacerlo con audífonos era muy incómodo, casi perturbador. No me causó ningún mal efecto, pero simplemente no me servía para nada. Sobra decir que el cassette se fue a la basura muy pronto. ¿Será que soy hipersensible a este tipo de cosas?

En los periódicos y en Internet he visto artículos sobre las nuevas drogas auditivas: archivos que se descargan de sitios web y prometen experiencias similares al consumo de drogas convencionales, pero sin (aparentemente) los efectos colaterales. Aquí un artículo de El Universal al respecto y su correspondiente video. ¿Sin efectos colaterales? Ajá. Pero muchos jóvenes y no tan jóvenes se la creen. El sonido puede ser un arma que va directo al cerebro, y en gente sensible, como seguramente es mi caso, claro que hay efectos, aún con música o sonidos supuestamente benignos. Ya lo sufrí en carne propia, apenas unos segundos de pretendida "música para meditar" me dejaron 30 minutos de una muy fea incomodidad. La verdad, me asusté.

No, no, no. No vuelvo a meterme con mis ondas cerebrales, que así como están al natural ya me dan suficientes problemas.

agosto 26, 2012

Bad Boys

Todos los humanos que compartimos nuestra vida con gatos y/o perros tenemos historias de horror y destrucción (travesuras, pues), estas son apenas algunas de las mías:

- Mi primera perrita, una adorable Basset Hound llamada Lady, tiró un árbol de navidad y se comió todas las esferas. Tenía apenas unos 6 meses de edad. No le pasó absolutamente nada, y ni siquiera pudimos hacer que vomitara para evitar que los pedazos de esferas pasaran a su intestino. Eso sí, al otro día sus caquitas parecían cubiertas de diamantina. How nice.

- Los perrotes con quienes compartimos nuestra vida suburbana en Cuernavaca, los famosos Jack y Asta (tremendos ejemplares de Pastor Alemán), se dedicaron a mordisquear las defensas y salpicaderas de nuestro auto. Acabamos por mandar hacer una reja metálica alrededor del auto para que no lo alcanzara cuando estaba en el garage de la casa, y parecía que el auto tenía su "corralito". Hasta la fecha las mordidotas están ahí, pues la repintada sale carísima.

- Nuestros gatos, Boris y Katy, tenían a bien llevar a la casa ratones y lagartijas, vivos y muertos. Sí, ya sé que es un detallazo eso de que los felinos compartan con uno sus presas... pero eso de quitarle al gato una tremenda lagartija multicolor de casi 30 cm de longitud (parecía pariente del dragón de Komodo), bien viva pero paralizada por el terror (tanto la lagartija como yo), no es nada agradable.

Pues ya hay un lugar en Internet donde podemos poner en evidencia a estos pequeños truhanes. El sitio Dog Shaming está totalmente dedicado a la publicación de fotos de estos trasgresores, acompañadas de notas explicatorias de sus fechorías. Sí, sí, ya sé que lo que consideramos "mal comportamiento" de nuestras mascotas es parte una actitud normal de un felino o canino, parte ansiedad y parte aburrimiento, así que en buena medida los humanos somos los culpables de estos hechos... pero no deja de causar risa y asombro lo que otros humanos le tienen que aguantar a sus compañeritos cuadrúpedos, sobre todo cuando sabemos que, a pesar de prodigarles cuidados, juguetes, atención y buena alimentación, dogs will be dogs. Y peor con los gatos, esos simplemente son indomesticables. Tiernos sí, pero siempre algo salvajes.

Desde el clásico cuento del perro que roba la comida de los humanos...

"Cuando mis papás no me estaban observando, me comí 2 barras de mantequilla, medio pastel y una charola completa de bollos, ¡pero no me enfermé!"
...delincuencia organizada...
"Hago pupú en las recámaras a oscuras... y yo me como la evidencia"
 ... acoso sexual en versión perruna...

"Me gusta 'arrimarme' a este gato"
...malas acciones con ecos literarios...

"Matamos a un ruiseñor"
...fenómenos rarísimos, pero no menos irritantes...

"Sacudo mis orejas a las 4 de la mañana y despierto a todo el mundo"
...y hasta miradas perturbadoras...
"Me gusta observar"
...la lista de culpas y culpables es interminable y se incrementa día a día con las aportaciones de los sufridos humanos.
Así que la próxima vez que su perrito o gatito pretenda hacer alguna travesura, advíertanle que lo van a poner en evidencia en la web. De todas maneras lo va a hacer, pero por lo menos le va a causar gracia a alguien en el ciberespacio.

Todas las fotos tomadas de dog-shaming.com


agosto 19, 2012

Ooops, creo que la regué

¿Cuántas veces he dicho eso ante mis intentos de ser crafty?
A lo largo de varios (bastantitos) años he intentado cocinar, hornear pasteles y galletitas, preparar conservas, coser, tejer (jejeje), pintar en vidrio, hacer joyería con cuentas, hacer velas (¡jajajaja!)... y algunas otras disciplinas que no recuerdo, pero que  seguramente tuvieron un final apresurado.

Digamos que en las artes culinarias me defiendo, mas no sobresalgo. En cuanto a la costura, nah, simplemente no se me da. La pintura en vidrio nomás no me atrapó, lo de las velas fue un rotundo y flamígero fracaso (nadie resultó herido, afortunadamente)... por lo menos el tema de la joyería lo retomo por temporadas (aunque no paso de los collares y pulseritas) y el tejido sí pegó *inserte sonrisota aquí*.

Aparte de una congénita falta de habilidad manual, padezco el síndrome de la Intrépida Improvisación: ¿La receta pide algo que no tengo en la alacena? ¡A improvisar con lo que sí tengo! ¿Se tiene que usar alambre para el broche de la pulserita? Mhhh, veamos que tengo entre la pedacería que no uso. ¿Agujas de 3 mm? Juajua, 4.5 mm mínimo, y que se aguanten. Los resultados a veces son los esperados y a veces no. Alguna vez hice unas estupendas galletas de avena y naranja modificando una receta hasta el punto de que quedó irreconocible, pero los resultados fueron muy buenos. Pero ese fue un garbanzo de a libra, en general mis modificaciones apenas salen a flote, cuando no naufragan del todo.

Y aquí entra en escena el popular sitio Pinterest, que los mismos administradores describen como:
...un tablero virtual que te permite organizar y compartir las cosas bellas e interesantes que encuentras en Internet. Puedes usar tableros para planear tu boda, decorar tu casa, organizar tus recetas favoritas, y mucho más: hay infinitas posibilidades.
Recetas de cocina, consejos de decoración y uno que otro galán para alegrar el día

Una importante porción de Pinterest está ocupada por los proyectos de manualidades, decoración, artes textiles y belleza. Todas aquellas cosas que nos morimos de ganas de hacer, desde fabricarnos increíbles tops sin costuras con las camisetas olvidadas en el cajón, hasta pintarnos las uñas de maneras sorprendentes, están ahí, tentándonos día a día. Pero claro, a veces tenemos los materiales y a veces no, o no tenemos el tiempo disponible para un proyecto largo, o simplemente no tenemos la capacidad de aventurarnos a ciertas cosas (digamos, por ejemplo, que la electricidad, los sopletes y las herramientas punzocortantes no son santos de mi devoción).
Pero entra ahí la Intrépida Improvisación y al grito de ¡claro que puedo hacerlo! nos lanzamos a la aventura artesanal... con resultados variables.

De hecho, hay varios sitios dedicados a detallar de manera harto humorística los descalabros de quienes se animan a hacer sus proyectos favoritos, y ya sea que sigan las instrucciones al pie de la letra o que improvisen al paso, los resultados pueden estar muuuy lejos de lo que las encantadoras fotos de Pinterest nos habían prometido. Uno de estos sitios es Pinstrosity (todo en inglés), donde me encontré con esta joya. Aquí la foto que apareció en Pinterest para detallar el proceso de decoloración de unos jeans usando cloro:


Y aquí el resultado que publica en Pinstrosity una Intrépida Improvisadora que no tenía los materiales correctos a la mano y que de todas maneras trató de seguir las instrucciones:


Peligroso, ¿no es así? Pero también divertido (torcidamente divertido, creo). El común denominador en los (excelentes) análisis de Pinstrosity es que, a) debemos seguir las instrucciones originales con exactitud y, b) conviene buscar más fuentes de información y comentarios antes de embarcarnos en un proyecto complicado, ya que a veces los tutoriales fotográficos no están completos.
Pero claro, aún estas historias no nos va a detener, ¿verdad? Creo que tengo unas camisetas viejas por ahí, déjenme ir a checar.

agosto 05, 2012

Una noche en la ópera

Una de estas tardes la lluvia habitual se convirtió en tormenta, con rayos y todo. Dos rayos casi consecutivos cayeron muuuy cerca de la batioficina y ¡pum!, apagón inmediato. La lluvia pasó pronto, pero la energía no regresó ni se veía para cuando podría regresar, así que una vez que las baterías de respaldo se agotaron y ya no había nada más que hacer en cuanto al trabajo, mi jefe/consorte me preguntó "¿quieres ir al cine?" y por supuesto la respuesta fue un rotundo ¡SÍ!

Llegamos a los cines en hora pico, con sorprendentes aglomeraciones dado que era un martes (¿o lunes?), pero en época de vacaciones y con los estrenos de verano a tope creo que es lo normal. En fin, me resigné a hacer una laaarga cola en las taquillas de las salas "normales" mientras mi esposo corría a ver las opciones en las salas VIP (ay sí chulis). Regresó al poco rato ondeando los boletos y me apuró a entrar en la sala que nos correspondía, apenas unos 5 minutos antes de que empezara la película Ana Bolena. Ahhh, yo no sabía que había tal película en cartelera... y cuál no sería mi sorpresa que al ver el cartel en la entrada de la sala resulta que era ¡una ópera!
¿A la ópera, dices? Deja me arreglo un poco... (Fotografía de Cecil Beaton, 1948)
Desde hace algún tiempo el Auditorio Nacional de la Cd. de México transmite en directo y con tecnología HD las funciones de la temporada del Metropolitan Opera House de Nueva York. Aquí pueden ver la cartelera para la temporada 2012-2013. Pues resulta que, al parecer, una vez terminada la temporada van a poner esas mismas óperas en el cine, en este caso fue una sala de la cadena Cinépolis. La verdad, la experiencia fue espléndida, pues en la sala VIP puede uno pedir comida y bebidas a la carta, con servicio de meseros, y las butacas tipo sillón reclinable son una delicia, una gran ventaja al asistir a una función de más de 3 horas corridas. Si bien la sala no estaba totalmente llena, la cantidad de gente era muy respetable y apenas la primera fila de butacas quedó vacía.

Tal vez a los puristas no les cuadre esto de ver la ópera filmada, pero creo que es una excelente manera de acercarse al gran público. Por supuesto que yo sueño con el día en que pueda ir a una función de gala en un gran teatro, luciendo un vestido largo y guantes arriba de los codos (opera gloves, of course), pero ya llegará ese momento. Por ahora, los jeans decentes y una pashmina para protegerme del aire acondicionado estarán perfectamente acordes con el ambiente de los cines en el centro comercial más cercano. 

La función fue excelente, sin anuncios ni cortos al inicio, ni intermedio entre los actos. Eso sí, son como 3 horas de música y canto, pero la verdad el tiempo vuela al sumergirse en la historia, trágica en el caso de esta ópera en particular, pero soberbiamente actuada, cantada y ambientada. Además, con la ventaja de estar subtitulada, la ópera se hace accesible y puede uno seguir la trama sin problemas. La imagen es perfecta, el sonido hace justicia a la belleza de la música y toda la puesta en escena está pensada para filmarse y transmitirse con una fidelidad extrema. Cada detalle del vestuario y maquillaje está cuidado al máximo... y qué les puedo decir, mejor vean una muestra de uno de los momentos más dramáticos, cuando el rey Enrique VIII acusa a Ana Bolena de haber cometido adulterio:

La cantante rusa Ana Netrebko es un portento. Hermosa, tremenda y con un rango vocal enorme, llena el escenario e interpreta impecablemente este papel que, según ella misma dice, es uno de los más demandantes para las cantantes. Los caballeros hacen también lo suyo con gran virtuosismo y, en general, siento que las voces e interpretaciones de todos son frescas y modernas. Bueno, qué voy a decir yo, si lo poquito que he escuchado de ópera ha sido gracias a la popularidad de aquellos Tres Tenores en los 80's y 90's del siglo pasado (uuhhhh...) y algunos cd's de conciertos especiales que andaban rodando por la casa en ese entonces. Pero gracias a esta nueva forma de ver ópera ya me volví fan, así que estaré checando las carteleras para ver más obras... desde la comodidad de una butaca acolchadita y con sushi al alcance de la mano.
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