La semana pasada huí de todo y de todos y me fui a Querétaro. ¿Por qué ese lugar?, se preguntan ustedes. Pues porque tenía ganas de descansar a mi manera: visitando un lugar nuevo, caminando por sus calles sin prisa y sin rumbo, y tomando muchas fotos. Además, había leído y oído maravillas sobre el rescate de su centro histórico, y como yo necesitaba aires nuevos, tomé un comodísimo autobús y en cuatro horas (a causa del tráfico en ambas ciudades) estaba por allá.
Escogí un hotel en pleno centro, así que nada más fue llegar y ¡ámonos!, a recorrer las calles en la temprana noche queretana. ¡Qué belleza, señoras y señores! El centro es una joya, los edificios han sido exquisitamente restaurados y todo está en uso. Sean hoteles, restaurantes, tiendas u oficinas gubernamentales, el respeto por la arquitectura original y las adiciones de buen gusto privan en todo el primer cuadro. Los colores son discretos en apariencia: ocres, amarillos, tonos terrosos... pero los detalles arquitectónicos son ricos y elegantes. Canteras, hierro forjado, madera, vidrio esmerilado... ¡cuánta riqueza antigua y cuánto amor por la belleza!
Lo primero que noté fue un patrón muy hermoso: las calles (casi cualquier calle) nos llevan invariablemente a... ¡la plaza con árboles y fuentes!... ¡la bellísima iglesia!... ¡los portales!... ¡el callejoncito romántico! Una y otra vez, esta secuencia se repite en todo el centro, así que cada vuelta a la esquina se convierte en un descubrimiento más y un nuevo "¡ahhh, qué hermoso!"
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Jardín Zenea |
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Calle peatonal cerca del templo de Sta. Clara. Hasta los Oxxo son lindos. |
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Jardín Guerrero. Noten los árboles y la sombra que dan. |
No sólo en Querétaro capital se da este fenómeno, pues en mis paseos a los pueblos de Bernal y Tequisquiapan (¿pueblos? ¡están muy creciditos!) ví que esta traza se da también, en distintas proporciones. Plazas, fuentes, árboles, iglesias, portales. Una y otra (maravillosa) vez.
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Plaza principal en Bernal, Qro. |
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Portales en Bernal... y la gran Peña, por supuesto |
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Plaza principal en Tequisquiapan, Qro. El quiosco es una monada. |
En las plazas también noté el patrón clásico de iglesia o edificio público precediendo un extremo, con grandes casonas de amplísimos portales en los otros tres lados. Y cuando no hay portales notables, hay frondosos árboles llamados truenos (yo los ví como ficus) podados de manera cúbica, a veces incluso en doble fila, que brindan su sombra a los paseantes. Sombras generosas las de árboles y portales, necesarias en el sol queretano. No me tocó calor pero sí mucho sol, así que agradecí a los arquitectos y urbanistas de ayer y hoy que han conservado la dimensión humana de estas plazas.
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Plaza de Armas, con la Casa de la Corregidora al fondo. Y era domingo, por supuesto. |
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Y si no había portales virreinales, los ponen, cómo no. Estos datan de los sesentas. Plaza frente a Sta. Rosa de Viterbo |
Y para terminar el paseo, un nuevo callejón, una nueva sorpresa en forma de cafecitos y bares al aire libre. Una cervecita, claro que sí.
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Callejón Matamoros, lleno de bistros y vida. |
En la próxima entrega, templos, conventos y lecciones vivas de historia.