mayo 26, 2013

¡Azúuucar! - Posdata caribeño

Lo que me faltó contar sobre La Habana...

- El clima: Calurosito, como era de esperarse. Al parecer en Mayo no debiera hacer tanto calor, pues algunos locales se mostraban sorprendidos de los 30°C que tuvimos un par de días. Pero cuando bajó a 25° el ambiente era excepcionalmente agradable. La brisa marina es fuerte y constante, así que basta con permanecer sentados al fresco unos momentos para bajar la temperatura corporal y disfrutar de lleno de ese cielo tremendamente azul y de ese mar encabritado pero siempre hermoso.
El mar, el malecón... y los monumentos militares
- La gente: Como en todos lados, hay de todo, pero quizá más variedad de lo que estamos acostumbrados a ver en nuestras tierras mexicanas. Gente de hablar cadencioso y sonoro. Gente de todos tipos, pesos y colores, con la notable presencia de mulatos y mulatas de distintas tonalidades. La mezcla de razas ha dado como resultado un genotipo bello en verdad: hombres y mujeres de grandes ojos, pelo chinito y cuerpos esbeltos y bien proporcionados. Hay taco de ojo para todos y todas.

No, no pregunté qué onda con las serpientes
- La música: México y Cuba están unidos por muchas cosas, pero la música es la más entrañable. Música sabrosa por todas partes. Todos los grupos que escuché en tierras cubanas, sin excepción, cantaban y tocaban de maravilla e interpretaban esas melodías que he escuchado desde niña, trayendo con cada nota recuerdos propios y ajenos... imágenes de rumberas en blanco y negro y palmeras meciéndose al sol... Guanta-namera, guaji-ra guan-tanamera...

El show del Cabaret París, gran muestra del ritmazo inigualable de los cubanos
- El ron: Havana Club, por supuesto. Y añejo, faltaba más. Hay muchos otros, pero ese resultó el elegido en todos los bares y restaurantes que visitamos. El ron blanco de esta misma marca es el favorito para los legendarios mojitos y daiquirís, de los cuales encontré insuperables los mojitos del Hotel Ambos Mundos y los daiquirís del Floridita. Hemingway estaría orgulloso.
Punto y aparte lo tienen las cervezas, con las dos populares marcas (entre muchas otras) Bucanero y Cristal. Muy, muy buenas y refrescantes.

Cuidado, altamente adictivos
- La comida: Ahhh, la comida. El arroz y los frijoles nunca faltan, sean juntos en los tradicionales moros con cristianos, o por separado. Las frituras de plátano, papa y camote (boniato) son también obligatorias y deliciosas, sean como botanita (¡con sal!) o como guarnición, y el cerdo, el pescado y el pollo se preparan de mil maneras, todas sabrosísimas. Las ensaladas también están presentes, con fuerte presencia de la col y el jitomate. A la hora del desayuno el jugo de guayaba es la elección, pues cuando menos yo no ví muchos cítricos por ahí. Pero las guayabas de por allá son enormes y deliciosas. Mmhhhh...
Perdonarán ustedes que no haya foto, pero lo platillos desaparecían demasiado rápido como para sacar la cámara.
Y al final de la comida o la cena, los dulces y helados siempre aparecen con gusto, como preámbulo al café y a...

- Los habanos: El tabaco es un must en Cuba. Allá se bebe fuerte y se fuma mucho, y es ya legendaria la calidad de los habanos producidos en la isla (supongo que ya es denominación de origen). Eso sí, si se va a fumar un habano, que sea de alta calidad, por favor. Acá ya nos volvimos fans de los Cohiba (su sitio web aquí) y nos sorprendimos al comprobar que, así como son carísimos aquí en México, también en su país de origen son notablemente caros. Vamos, salen prácticamente al mismo precio, lo que se gana es la variedad de tipos que se pueden encontrar allá. Además, hay una restricción para la cantidad de piezas que puede uno traer a México (25 por cada adulto) y la aduana se encarga de que los viajeros no ingresen al país nada más que esto. Ahhh, pero nada como fumar un habano frente al mar, acompañado de una copa de ron y, quizá, un espresso.

Ahora comprendo perfectamente a María Félix...
Así que los dejo con aromas y sabores tropicales, y notas de son y de guaracha, mientras me voy a cumplir con el recién adquirido ritual del ron y el tabaco dominguero.
¡Gracias por acompañarme en este viaje, pues los tuve en mente siempre, condenadotes!

mayo 17, 2013

Nuestra blogger en La Habana 3 - Lecciones de socialismo

Al salir del aeropuerto de La Habana y tomar la carretera rumbo a la ciudad se encuentra uno con muros perfectamente bien pintados con leyendas del orden de "¡Socialismo o Muerte!". Como para irle midiendo el agua a los camotes... Y así es todo el trayecto hasta llegar al destino final.

Estos mensajes se repiten tanto en muros como en anuncios espectaculares, recordándonos que la Revolución está bien viva. De hecho, la historia se mide en Cuba como capitalismo (antes de 1959) y revolución (del '59 hasta hoy). Así que estas pintas y estos letreros intentan mantener el entusiasmo por un sistema que, en el papel, es perfecto, desable y humano, pero en la práctica es otra cosa.

En Cuba el analfabetismo es cero. La educación es totalmente gratuita, incluyendo la universidad, sin embargo hay un número enorme de profesionistas titulados manejando taxis o tendiendo camas en los hoteles. Los servicios médicos también son gratuitos y de alta calidad, pero hay una escasez alarmante de medicinas y el simple hecho de comprar algodón en la farmacia requiere una receta médica. Claro que se puede comprar algodón en las tiendas que venden en CUCs... si tienes acceso a esa moneda.

Mucho se presume (o se presumía) la ausencia de mendicidad en las calles de Cuba, pero yo pude atestiguar que sí hay gente pidiendo limosna. Y mi esposo tuvo una experiencia, ehem, peculiar. Salió una tarde del hotel en el que pasamos un par de días para dar una caminata por el malecón, yo no lo acompañé porque estaba tomando una siesta muy necesaria... y en un tramo de dos cuadras recibió tres, TRES diferentes propuestas de sexoservidoras, una particularmente perturbadora pues se trataba de dos señoras que le preguntaron si buscaba chicas (o sea que ellas las administran). Así de directo. Así de triste.

Todo eso contrasta con los mensajes pintados en los muros, que hablan de una lucha permanente contra el yugo del capitalismo y un esfuerzo constante por mejorar la sociedad. La guerra fría sigue bien calientita por aquellos lugares.

Periódico mural a la entrada del edificio de nuestro anfitrión


"Déjenme que la vida a mi pueblo ofrezca" Y la chica porta un arma, espigas de trigo y flores


La verdad, esto suena bien


"Los cinco", grupo de espías cubanos infiltrados entre los anticastristas de Miami, con el fin de cazar terroristas que atentaban contra Cuba. Están presos en EUA desde hace 15 años. En síntesis, una broncota.
 
Nunca entendí del todo este mural al costado de un edificio público, pero me pareció impresionante.




Los CDR son los Comités de Defensa de la Revolución, asociaciones ciudadanas con representación en cada manzana, encargados de velar por la conducta revolucionaria de todos los habitantes de Cuba. Su lema es "Vigilantes y Combativos". No alcancé a tomar todo el letrero, a la derecha había una foto de Fidel. Big Brother is watching.


A la izquierda dice el Che: "Sin control no podemos construir el socialismo". A la derecha "Los cambios en Cuba son para más socialismo". Que no quede duda.


En una oficina: "Estudio, trabajo, fusil". No me gustó lo del fusil.

Sueno muy ingrata. De hecho, soy muy ingrata.
Cuba me ha cambiado la vida. En esos breves días me enfrenté a mis mundanas necesidades y limitaciones de burguesita wannabe, me ví de frente ante una situación muy diferente a mi entorno acostumbrado... y huelga decir que no salí bien librada. Recibí sólo generosidad y buenos tratos de los cubanos y además, Cuba me enseñó algo invaluable: el respeto a la autodeterminación de la gente para vivir como hayan decidido vivir y no como yo creo que es lo correcto. Porque, a estas alturas, ya nadie les impone a los cubanos ningún sistema, es su tierra y ellos deciden vivir así. Nos guste o no, el socialismo triunfó en ese país, y el mundo (en especial Latinoamérica) debe aprender de esa experiencia, con sus éxitos y fracasos. Sólo espero que en mi próxima visita (es un hecho que la habrá, así de paradójica y mágica es esa isla) vea una Cuba más próspera y digna.

¡¡Viva Cuba libre!!


mayo 14, 2013

Nuestra blogger en La Habana 2 - El otro lado

Todos los países tienen dos lados. O dos mil lados, según se vea. La cara que dan al exterior y la cara con la que enfrentan su propia realidad. No me asusto de eso, simplemente fue muy impactante verlo con mis propios ojos en un país socialista, justo donde esas diferencias debieran ser menores, dada la cantidad de sangre y sufrimiento que les costó acabar con el ancien régime.

La Habana es enorme, con sus 2 millones de habitantes y una gran extensión territorial resulta ser una metrópoli activa e inevitablemente conflictiva.
Tráfico no hay mucho, simplemente porque no hay muchos autos. Además de los míticos autos de los cincuentas del siglo pasado, el parque vehicular tiene desde reliquias setenteras de autos de la órbita soviética hasta modernos Hyundai y Audis. Hay de todo, pero no para todos.
Los característicos almendrones, autos americanos de los cincuentas, funcionan muchas veces como taxis que se pagan en pesos cubanos... y que no deben ser abordados por turistas, por cuestiones de seguridad vial. Los hay también muy arregladitos y listos para pasear extranjeros, pero esos se pagan en CUCs (piensen en dólares americanos).

Típico taxi para cubanos típicos (creo que funcionan como colectivos)

Es un milagro monumental el hecho de que estos autos sigan circulando. Si a un ciudadano se le descompone algo en su casa, tiene que hacer circo, maroma y teatro para conseguir a alguien que lo arregle, o arreglarlo ellos mismos. La bronca es conseguir algunas cosas. Un calentador de agua, por ejemplo, cuesta 600 CUCs. ¿Pintar la fachada del edificio? Hay que solicitarlo a una instancia de gobierno y esperar a que asignen una cuadrilla. Si la asignan. ¿Se descompuso el auto? Ruega porque todavía se encuentren refacciones para ese modelo, que bien puede tener 30 años de uso.

Así que caminando, caminando, o abordo de un taxi normalito pagado en CUCs, pude ver la auténtica vida cubana, sin tapujos y sin temor, expuesta para cualquiera que ande por las calles de La Habana:
Edificio del importantísimo conglomerado de empresas estatales Cimex, controladas en última instancia por el ejército. La fachada (a la izq.) está impecable, pero el costado está inexplicablemente descuidado. Y es perfectamente visible desde la misma calle.

Al fondo el enorme Hotel Habana Libre (ventanas azules). Al frente un edificio de departamentos. Ambos se encuentran sobre la calle más activa de La Habana, la Calle 23.
Y así se va deteriorando La Habana, ventana a ventana y calle a calle. Es ofensivo ver el contraste entre el barrio Miramar, donde están las embajadas y empresas mixtas cubano-extranjeras y que luce impecable (hagan de cuenta Reforma Lomas, en el D.F.) y el barrio que le sigue, el Vedado, otrora zona de clase media alta con casas y edificios notablemente bellos... que lucen ahora terriblemente descuidados. De nuevo, ese contraste lo veo en México a diario, pero en teoría no tendría por qué suceder en un régimen socialista.

Y no se diga La Habana Centro, con sus atestados edificios y, bueno, vean ustedes:
La fachada permanece, pero no el interior del edificio. Apenas un vitral en la ventana superior del centro desafía al tiempo y al deterioro

Habana Centro. La mitad de la casa simplemente desapareció.

Edificio de departamentos en La Habana Centro. A pesar de todo y de todos, se aprecia todavía la belleza original. Y los ubicuos tendederos en cada balcón.

Otro edificio del cual sólo sobreviven sus fachadas. Los andamios que la cubren tienen tanto tiempo ahí que yas les crecieron encima grandes enredaderas. A una cuadra está el bar Floridita y la zona turística de La Habana Vieja.

Admito que acababa estos recorridos presa de una terrible mezcla de admiración y coraje. Admiración porque detrás del yeso descascarándose y de las aceras rotas se puede ver todavía la gloria y riqueza de La Habana... pero sentí una rabia inmensa por ver tanto patrimonio perdido, pues aunque hay notables esfuerzos por recuperar edificios de valor arquitectónico y/o histórico, la destrucción masiva de tantos años ya es insalvable. Eso sí, todos dicen de manera optimista "están remodelando este edificio", aunque no se vea ningún trabajador en calles a la redonda. La gente vive, trabaja y camina entre estas ruinas, que se intercalan con construcciones bien cuidadas pero que no son suficientes para cambiar la realidad: la mitad de La Habana central se está cayendo a pedazos. Entiendo las razones, entiendo los efectos del bloqueo comercial de los Estados Unidos, entiendo todo... menos la falta de iniciativa. Ví muchas, muchas cosas que se podían reparar con agua, estropajo, algo de pintura y hartas ganas.

Esta casa en el barrio del Vedado representa cómo veo Cuba. No es un ejemplo aislado, ví esto repetirse una y otra vez. Se trata de una señorial casa de familia, que seguramente al triunfo de la Revolución fue abandonada por sus dueños y luego expropiada para beneficio del pueblo. La ocuparon, pues. Constituye lo que allá llaman "ciudadelas", equivalentes de nuestras vecindades: viviendas multifamiliares donde cada quien vive como puede. Así como en esta casa, en Cuba hay una partecita arreglada, un grupo de gente que vive en el presente y mira más allá del mar, uníendose al mundo a su manera. Hay otra parte, muy grande, que apenas vive al día pero defiende su régimen y su estilo... y nos guste o no se tiene que respetar su decisión, porque parecen ser mayoría.



...Y en la siguiente entrega, la Revolución sigue vivita y coleando y se comunica con eficacia en los muros de La Habana... pero en las calles es otra cosa.

mayo 12, 2013

Nuestra blogger en La Habana 1 - Turistas azorados


Sírvanse un cafecito, porque esto va para largo...

Por múltiples y profundas razones, la muy honorable familia Özer hizo un viaje rápido a Cuba. Tuvimos la fortuna de contar con la enorme generosidad de un amigo cubano que nos recibió en su departamento, por lo que nuestro contacto con La Habana fue un tanto más íntimo que el del turista común. Grande y conmovedora experiencia...

Para empezar, esta su corresponsal encontró el aeropuerto internacional José Martí un tanto intimidante. Sería por la prevalencia de los colores rojo y beige en sus paredes y molduras de acero, por la cantidad de personal de aduanas y seguridad, por esos módulos de migración donde hay que pasar de uno en uno (no en familia, como siempre me había tocado) y cruzar al final una puerta sólida de madera, que una vez librada no permite ver cómo van con sus trámites los otros miembros del entourage... y luego pasar un módulo de rayos X para el equipaje de mano en donde una oficial muy mona me preguntó (no sin autoridad) si ya había acabado de leer las revistas que llevaba en la mano. Le dejé el más reciente número de Elle, nomás para desestabilizar al régimen.

Luego, a cambiar moneda para obtener Pesos Convertibles o CUC, la moneda de curso para el turista y que es recibida en hoteles, restaurantes, taxis, tiendas, etc. Ahí empieza el problema: un país, dos monedas. El CUC equivale aprox a 1.3 dólares americanos, y un CUC equivale a 24 Pesos Cubanos, que es la moneda en la que reciben su sueldo la mayoría de los cubanos y que, para efectos prácticos, sólo sirve para comprar artículos de canasta básica y para pagar el transporte público y algunas rentas. Así de entrada ya tenemos una división clara entre cubanos: los que sólo ganan pesos y los que ganan algo en CUCs por trabajar en empresas cubano-extranjeras o por recibir propinas. Bienvenida al socialismo, chica.

Al salir de la terminal el aire tropical me llegó de lleno, junto con el olor a petróleo que me seguiría durante días. Resulta que en Cuba la gasolina es muy cara (un 50% más cara que en México) y se paga en CUC, así que casi todos los autos y camiones funcionan con diésel... o petróleo, como le dicen allá, que es más barato. Aún mi olfato chilango acostumbrado a inhumanas cantidades de smog tomó nota de inmediato. Lo bueno es que el viento sopla fuerte en esas tierras.

La zona donde nos quedamos unas noches es céntrica y activa, repleta de edificios de departamentos, algunos comercios y los ahora populares restaurantes privados ("Paladares" les dicen a algunos). Con la amable guía de nuestro amigo recorrimos los sitios de interés habitual para el turista... con la ventaja de la información de primera mano de un local.

La primera sorpresa: La Sección de Intereses de los Estados Unidos... un pedazo de EUA en pleno malecón de La Habana, en circunstancias de que estos dos países NO tienen relaciones diplomáticas. Está tan bien resguardada que ni siquiera se pueden tomar fotos del edificio desde la acera de enfrente.

Con una dizque flecha roja marco el edificio de la Sección de Intereses, con una flecha negra los astabanderas de la Tribuna Antiimperialista que, cuando tienen banderas, ocultan parte del edificio. Los arcos son parte de la plaza en la que se llevan a cabo manifestaciones y conciertos. Tú me pones una embajada de facto, yo te pongo un símbolo de la Cuba revolucionaria.
Oh, la difícil e ineludible relación de Cuba con los yanquis. Una y otra vez a lo largo de La Habana encontramos las persistentes huellas del pasado imperialista, ahora recicladas de variadas maneras.

El Capitolio (no less), ex-sede de gobierno, ahora en reparación. Vean los autos azules.
Paso a paso, bajo el tremendo sol y el calor caribeño, hicimos el peregrinaje obligado de todo turista a La Habana Vieja y otros sitios de interés. Imágenes bellas y experiencias sorprendentes, una y otra vez.
Hotel Nacional de Cuba, una belleza frente al mar

Calle Obispo, en La Habana Vieja. Turistas y locales se entretienen por igual en esta zona

Al fondo el antiguo edificio de Bacardí (sí, el ron), al frente una estación de bomberos (La Habana Vieja)

A la izquierda el enorme edificio Focsa, con cientos de departamentos y comercios y restaurantes en la planta baja. En la cima tiene un restaurante y un bar desde el que se contempla toda La Habana. Los árboles están en los terrenos del Hotel Nacional.

El malecón, con todo y turibús habanero. No tomé ese tour porque el sol estaba mortal y vale la pena viajar en la parte descubierta para apreciarlo todo.

Museo de Cristóbal Colón, en una antigua construcción colonial. El viaje fue tan corto que no tuvimos tiempo de visitar ningún museo.

Plaza de la Revolución, flanqueada por el monumento a José Martí (el obelisco es impactante) y los dos característicos edificios con las imágenes del Che Guevara y Camilo Cienfuegos (admito que no sabía quién era este personaje, pero Wikipedia entró al rescate).
El Floridita, bar de leyenda donde asistía Ernest Hemingway. Espléndidos daiquirís, botanas y un ambientazo sorprendente para un domingo antes del medio día.

Y así nos fuimos empapando del ambiente de La Habana, a ritmo de son y con sanísimas dosis de ron (los mojitos no tienen paralelo) y habanos Cohiba. Pero lado al lado de tanta belleza convive la Cuba del ciudadano de a pie, ruda, intensa y enervante. Cuando menos para mí. Ya la veremos en el el siguiente post.
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