La cadena de trabajo es a veces muy larga, pero a veces es trágicamente corta.
Es común el cliente que no habla ni lee el idioma al cual necesita traducir su texto y que no cuenta con nadie que lo revise (o no quiere pagar el servicio), así que la orden para el traductor es "tu traducción es final". Eso quiere decir que el traductor tiene la responsabilidad de que el texto sea perfecto. Así, per-fec-to, aunque el texto en el idioma original no lo sea. Y qué decir de los impresores, esos se cuecen aparte. Lo que les entregas lo imprimen tal cual, a fin de cuentas, ese es su trabajo... y nada más.
Me imagino que un caso de cadena de trabajo trágicamente corta, combinada con la indisposición del traductor y un cliente ansioso por sacar a la venta su producto llevó a este épico, costoso y descorazonador error:

¿Muy apurados para imprimir el empaque? Aquí están las consecuencias, tanto en el nombre del producto como en la descripción en letras más pequeñas. Spanish Nowhere!
Ahora, si hubo por ahí un hispanohablante que casualmente vio la barrabasada antes de la impresión y no dijo nada... qué mala leche, me cae.
3 comentarios:
Como decimos en la agencia si el cliente firmó eso de aceptado, ni modo.
Si que tienes razon, se cometen muchas barbaridades en las traducciones, yo aveces mejor prefiero leer las instrucciones en ingles...jeje (no vayas a pensar que tengo mala ortografia lo que pasa es que como mi compu es gringa no tiene acentos ni letra egne).
Hasta pronto
ROMINA
Yo tengo varias anécdotas con las traducciones y he leído cada cosa...!! Pero son gajes del oficio. A veces por la prisa, salen las barrabasadas.
Gracias por la visita a mi blog y tus comentarios!
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