
Difícil es cultivar el humor cuando se ve la muerte de cerquita, en familia. Esa ha sido mi experiencia reciente. De nuevo me he enfrentado al dolor, no del que se va, sino de los que se quedan. Para quien fallece, por muy traumático que sea el momento de la muerte, también éste pasa. Y rápido. “Esto también pasará” decía Siddharta Gautama, el Buda histórico, al referirse a los dolores más grandes que puede experimentar el ser humano. Como el dolor de la propia muerte, o peor aún, el dolor de una madre que pierde un hijo. Esto también pasará. Pero esta afirmación es dura de creer y aún más dura de digerir.
Hemos sufrido varias muertes en la familia a lo largo de pocos años. Hijos que pierden a sus padres, madres que pierden a sus hijos, esposas que ahora son viudas. Me he enterado por una llamada en la madrugada, por un correo electrónico, o de viva voz. Ningún medio es mejor que otro.
Hace algún tiempo, cuando iba camino del sepelio de la madre de una queridísima amiga, de repente pensé en la difunta dama en términos de “qué gran aventura debe ser la muerte”. Wow, ahora que lo escribo ese pensamiento me parece... poco elegante tal vez. Bastante frívolo, quizá. O quizá no. Más allá de las narraciones de experiencias cercanas a la muerte (la luz al final del túnel y todo eso), realmente, realmente no sabemos cómo es ese tránsito. Sea que creamos en una “vida” después de la muerte, en premios o castigos, en la continuidad de consciencia o en la más absoluta destrucción... la verdad es que no sabemos nada de primera mano. Pero lo sabremos tarde o temprano.
Cuando trabajé en el área aministrativa de un hospital mi departamento estaba en el sótano, y al final del pasillo estaba la morgue. No era raro abrir la puerta de la oficina y ver pasar a un enfermero empujando una fría camilla metálica, ya fuera vacía o con un cuerpo cubierto por sábanas. Pero siempre eran camillas sencillas, frías, sin un colchoncito siquiera. Siempre me llamó la atención ese detalle, aunque la explicación es simple: ya no importaba la comodidad.
Todas las tradiciones religiosas nos dan alguna explicación. Supongo que las escuelas filosóficas también. Pero si volteamos la tortilla... ¿quiénes son los muertos?, ¿quiénes son los vivos?, ¿la vida humana se reduce a un trazo de ondas cerebrales?, ¿qué dirán mis ondas en este instante?, ¿quién o qué decide el verdadero momento de la muerte?, ¿y en serio, en serio, pero de verdad... estás vivo?
Todas las tradiciones religiosas nos dan alguna explicación. Supongo que las escuelas filosóficas también. Pero si volteamos la tortilla... ¿quiénes son los muertos?, ¿quiénes son los vivos?, ¿la vida humana se reduce a un trazo de ondas cerebrales?, ¿qué dirán mis ondas en este instante?, ¿quién o qué decide el verdadero momento de la muerte?, ¿y en serio, en serio, pero de verdad... estás vivo?
Or are you dead like me?
8 comentarios:
Más bien me quedo con Woody Allen: estar muerto es como dormir, salvo que no te despiertas a hacer pipí a medianoche.
Echele ganas, que el muerto al hoyo y el vivo al pollo.
-A
que excelente serie era esa, el final es genial
Siempre tengo la inquietud sobre a donde van los muertos? que tan muertos estan? tambien que tan viva estoy?
Un gran abrazo,
besos
...¿¿¿somos el sueño de alguien???...soñé,,, entre delirios por el dolor de las #$%& muelas,,, a mi mejor amigo,, platicamos y nadamos,, y de repente al mirarnos a los ojos,, él era una ballena azul, un ojo gigante, y suavemente se fué... cualquier amiga se ofenderá si le digo que soñé que era ballena, supongo que él nó,,, debe haber ganado algo de sabiduría,, al quedarse para siempre en 24 años... pero,, ¿¿platicamos ayer???
Lamento esto que te está tocando vivir, Özer. El miedo a la muerte me ha acompañado casi desde que tengo memoria y no es un tema del que me guste hablar, pero te acompaño todo lo que sea necesario.
Un beso
Suelo pensar que así como miedo miedo a la muerte no lo tengo, pero le tengo terror al dolor. Tanto físico como emocional. ¡Gracias a todos por sus comentarios!
Insisto: me asusta como los bloggeros nos encontramos y nos conectamos.
Yo fui concebida por el dolor causado por dos muertes violentas. Soy huérfana. La muerte ha sido una constante en mi vida... y he llegado a pensar que es la única razón para vivir: morir bien, morir agusto.
El cuerpo es sólo el envase en el que se manifiesta esto que somos, individual, colectivamente. La muerte... tal vez es sólo la fecha de caducidad de ese envase.
Cómo extraño Dead like me...
Doña Özer, qué bonito post escribió. Muchos saludos.
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