Esta última semana hice cosas que dejé durante años (sí, años). Disfrutar unas breves vacaciones. Tomar una ducha por el gusto y no la necesidad o la costumbre de hacerlo. Leer un libro (¡diantres!). Visitar museos. Apenas hoy, por ejemplo, visité dos museos que no conocía a pesar de vivir muuuy cerca de ellos, gracias al entusiasmo de una amiga del norte del país que vive por acá ahora y a otro genial amigo de estos rumbos... a quienes me adherí como lapa para el paseo.
Primero fuimos al Anahuacalli, obra de Diego Rivera. La página del museo está por acá.
El museo en sí mismo, por su construcción, es una obra de arte digna de verse. El recorrido guiado es obligatorio, pero realmente vale la pena recibir la información, pues así se entiende el porqué de la estructura. Gran cantidad de piezas arqueológicas y una sustanciosa muestra de bosquejos originales de Rivera forman la exposición, pero insisto en que la estructura misma es impresionante. Muy diferente por dentro de lo que se ve por fuera:
Espléndidas galerías, escaleras, rincones, ventanas... |
Arriba los jardines, abajo el estudio |
Y así, en un soleado y calurosísimo domingo conocí dos lugares espléndidos de mi ciudad, con la compañía siempre refrescante de mis jóvenes amigos. ¡Tenemos que hacerlo más seguido!
2 comentarios:
Pues mas que merecido el descanso y si ha sido invertido de ésta manera... Maravilloso!
Cuanta cultura tenemos a nuestro alrededor y por andar a las prisas no nos damos la oportunidad, Gracias por la reseña a los de la provincia!
Besitos!
Coincido completamente contigo, a veces nos olvidamos de disfrutar de lo que tenemos por hacer lo que debemos.
Me encantan ese tipo de excursiones, soy una apasionada de la historia y me puedo pasar horas en exposiciones fotográficas. HAce una semana que fui a Valladolid me topé por casualidad con una casa-museo donde vivió Cervantes, son experiencias que no se olvidan.
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