Como toda la gastronomía de esa región europea, la comida polaca está basada en la carne de cerdo, la caza y las papas y otros tubérculos. Los hongos y las bayas también son parte integral de los platillos, y los aderezos de mostaza, vinagre y raíz picante (horseradish) acentúan los sabores fuertes y cálidos de una cocina de tradición varias veces centenaria. Y está la parte sentimental para nosotros: las cocinas de Polonia, Rusia, partes de Alemania y la antigua Checoslovaquia comparten sus bases, por lo que a mi esposo (de origen checo) le recuerdan los platillos de su niñez y las maravillas que cocina su mamá... y a mí simplemente me encanta TODA la buena comida.
Así nomás de entrada y para analizar la carta con calma le ofrecen a uno una copita de vodka polaco, el divino Zubrowka (pronúnciese zu-brov-ka, disponible en vinaterías y delicatessen del país) directamente del congelador, incluso la botella está incustada en un bloque de hielo. Llega rápidamente el entremés de la casa, una delgadísima crepa de papa cubierta con pasta de arenque ahumado, acompañada de una pequeña porción de rebanadas de pepino aderezadas con yogur y eneldo (ensalada fácil de recrear en casa). Así se puede uno sumergir en el análisis de la carta y la conversación con los amigos.
La carta es amplia y variada, desde los entremeses de ecos campiranos (cerdito por aquí y cerdito por allá), hasta la maravillosa sopa de hongos silvestres... y los rotundos platos fuertes que remiten a las glorias europeas. Incluso las guarniciones de papa, manzana, salsa de bayas silvestres y betabel rallado son una delicia por sí mismas. Hasta me quedé con las ganas de probar un plato de hongos silvestres con crema bechamel, pensado para vegetarianos. Los postres son sabrosos y lindos, pero siempre acabamos pidiendo una tradicional crepa rellena de queso crema de la casa, cubierta con salsa de moras. Y también hay vodkas con frutas para acompañar los postres... pero después de dos raciones de Zubrowka y una copa de tinto chileno (para honrar las otras raíces familiares) ya mi higadito pedía una tregua.
El lugar en sí es encantador, pues es una amplia casa de la Colonia Nápoles del D.F., bien cuidada y recientemente remodelada. Noté que quitaron bastantes adornos típicos que estaban en las paredes, en favor de un estilo más moderno y funcional, pero eso no demerita la comodidad ni la calidez del lugar. El servicio es atento, experto y sumamente rápido, y me da gusto que en los años que llevo visitando este lugar (doce, para ser exactos) el maitre es el mismo caballero impecable de siempre. Y, detalle importante, las sillas con brazos son sumamente cómodas, algo que se agradece para disfrutar una larga sobremesa.
Como los platillos están muy bien servidos, salimos con itacate (itwacatky, en polaco) para la cena, así que el placer se prolongaría todavía más. Y eso me recuerda que tengo que hacerme de una botellita de Zubrowka para mantenerla en el refrigerador.
¡Na zdrowie en polaco, Nazdravy en checo, Nazdravia en ruso y Salud en español!
Hermosa Varsovia, en la lista de lugares a visitar (foto tomada de la web) |
2 comentarios:
que ricooooo.. me ilustra usteddd,, yo no salia del betabel en todas s us presentaciones jajaja... pero definitivamente es comida pesada vdd. bstsss amix!
Coincido con Ale, qué post tan ilustrativo; la comida polaca no la conocía, lo más cerca que he estado de la gastronomía de europa del este es de la rumana.
Siempre es interesante venir por aquí.
¿ya conseguiste la nueva temporada de Canción de hielo y fuego? Por aquí ya la están pasando, creo. porque la ví anunciada hace más de un mes; pero no me ha dado por verla, creí que apenas iban a estrenar la segunda temporada y ya van por la 3a!. Qué desconectada que estoy jaja.
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