Durante mucho tiempo dejé mis uñas au naturel, cortitas y sin barniz alguno. Pero entre nuestra amiguita bloggera y la moda de los esmaltes de colores inusuales... ¡bolas! caí redondita en una obsesión más. Y si no, nomás chequen mi colección actual:
Naah, ni son tantos... |
El problema que he encontrado es que el esmalte no necesariamente se ve tan bien puesto como se ve en la botella. Algunos parece que tienen color pero al aplicarlos son apenas semi-transparentes con brillitos de color, por lo que hay que poner capas y capas para ver algo de efecto. Ni modo, es cuestión de prueba y error.
Hace algunos años pedí un esmalte azul rey para coronar el paticure que me acababan de hacer... y no aguanté ni tres días con el colorcito, me desesperó y me lo quité sin más. Supongo que no estaba de moda y lo sentí demasiado avant garde, pero ahora con toda confianza salgo con mis uñitas de las manos pintadas de mil colores totalmente artificiales. Si lo pensamos un poco, el traer las uñas rojas rojas o rosa subido tampoco es muy natural que digamos, simplemente nos acostumbramos a ciertos colores dependiendo de la época, y hay colores que permanecen como "clásicos" a lo largo de las décadas.
Eso sí, compro esmaltes baratitos y si se puede en envases superpequeños, prefiero la variedad y la economía pues, inevitablemente, a los pocos días de pintadas mis uñas sucumben a los rigores de la tecla y el detergente (aunque uso guantes). Sea de Lancome o de Bissú, la descascarada es un hecho.
Vanitas vanitatum omnia vanitas - dice el Eclesiastés. Ohhh, vanidad de vanidades...