junio 29, 2011

Creo que perdí el control...

Y tengo que agradecerle a Helga y su espléndido blog por ello. Desde hace bastante tiempo leo sus entradas y me maravillo ante su creatividad y talento para el maquillaje y la decoración de uñas. Disciplinas en las que yo apenas hago lo estrictamente necesario para aparecer presentable.

Durante mucho tiempo dejé mis uñas au naturel, cortitas y sin barniz alguno. Pero entre nuestra amiguita bloggera y la moda de los esmaltes de colores inusuales... ¡bolas! caí redondita en una obsesión más. Y si no, nomás chequen mi colección actual:

Naah, ni son tantos...
Muchos ni siquiera los he estrenado, otros los probé y no me convencieron, pero ahí están, tentándome semana a semana para usar ¡azul!, ¡gris verdoso!, ¡negro con brillos dorados!, ¡puros brillitos rosas!, ¡beige nacarado!, ¡verde manzana!  Uffff. Parezco niña.
El problema que he encontrado es que el esmalte no necesariamente se ve tan bien puesto como se ve en la botella. Algunos parece que tienen color pero al aplicarlos son apenas semi-transparentes con brillitos de color, por lo que hay que poner capas y capas para ver algo de efecto. Ni modo, es cuestión de prueba y error.

Hace algunos años pedí un esmalte azul rey para coronar el paticure que me acababan de hacer... y no aguanté ni tres días con el colorcito, me desesperó y me lo quité sin más. Supongo que no estaba de moda y lo sentí demasiado avant garde,  pero ahora con toda confianza salgo con mis uñitas de las manos pintadas de mil colores totalmente artificiales. Si lo pensamos un poco, el traer las uñas rojas rojas o rosa subido tampoco es muy natural que digamos, simplemente nos acostumbramos a ciertos colores dependiendo de la época, y hay colores que permanecen como "clásicos" a lo largo de las décadas.

Eso sí, compro esmaltes baratitos y si se puede en envases superpequeños, prefiero la variedad y la economía pues, inevitablemente, a los pocos días de pintadas mis uñas sucumben a los rigores de la tecla y el detergente (aunque uso guantes). Sea de Lancome o de Bissú, la descascarada es un hecho.
Vanitas vanitatum omnia vanitas  - dice el Eclesiastés. Ohhh, vanidad de vanidades...

junio 27, 2011

Vejestorios

O antigüedades. Todo depende del punto de vista.
Durante un reciente fin de semana hice una expedición a un mercado de antigüedades que se establece cada sábado en una plaza comercial de la Zona Rosa en esta ciudad. Esa plaza de por sí está llena de locales de venta de antigüedades, pero los sábados tanto los locatarios como los vendedores itinerantes ponen su tianguis (me encanta esa palabra) en los pasillos del centrito comercial y la oferta de chunches queda al alcance de la mano. Hay que andar con cuidado para no pisar algún valiosísimo objeto antique, pero en general la experiencia es divertida y aleccionadora.

Yo iba con un objetivo fijo: encontrar aretes con cierre de tornillo. Como cambié de look y estoy estrenando orejas (léase que me corté el pelo chiquitito) ahora sí se me antoja traer algunos pequeños aretes, pero a) no tengo agujeritos en los lóbulos de las orejas, b) lo que tengo son unas gorditas cicatrices que me impiden volver a hacerme los hoyitos (long story) y c) esas cicatrices hacen que el usar aretes de clip me sea insoportablemente incómodo.
Mi mamá me inició en las delicias de los aretes de tornillo, los cuales se ajustan a la tensión deseada para que no se caigan y resulte cómodo usarlos... pero dejaron de hacer este tipo de aretes por ahí de los setentas, así que sólo se consiguen en las antigüedades. Durante mucho tiempo usé dos pares que eran de mi amá, pero al paso de los años se perdieron y/o se rompieron más allá de toda reparación posible, así que mis orejitas permanecieron sin adornos durante años. Salvo en mi etapa post-ochentera de enooormes aretes de clip que sólo usaba a ratos en la oficina. Nada más de acordarme me duele tanto la oreja como el orgullo (¡ouch!).

Pensándolo bien... ¿por qué diantres nos colgamos aretes? Siendo muuuy fría, hasta me parece un poco bárbaro eso de perforarse el lóbulo para colgar pesados abalorios... pero de que se ven lindos, eso que ni qué.
Los dorados y los plateados son mis hallazgos de esa excursión, y el par rojo lo encontré en un mercado callejero de Montevideo:


Según el chico que me vendió el par plateado, este juego es los años cuarenta, pero de acuerdo con mis... ehem... investigaciones, el tipo de piedras tornasoladas aurora boreal que lucen todos mis aretitos sólo se desarrolló masivamente hacia mediados de los cincuentas. El par dorado con azul fue el más barato, $40 pesitos, y se ve realmente lindo. Eso sí, hay que tener cuidado con los precios de la joyería vintage y fijarse un tope, porque no falta el comerciante que le pone precios muy altos a sus artículos. Ví aretes de plata de $400 y $500 que francamente no me convencieron... y ni de chiste planeaba gastar tanto.

Me encanta la onda vintage y creo que seguiré buscando piezas que pueda usar y no trastornen mi presupuesto. Hasta se me hace que es ecológico esto de reciclar la joyería que adornó a otras mujeres en su momento y que todavía tiene vida por delante.
Mi siguiente objetivo: grandes anillos de coctel de los años sesenta. Seguiré informando.

junio 15, 2011

Confieso que me asusté...

...hoy en la mañana, cuando me acordé (por enésima vez en la semana) que el sábado es mi cumpleaños (yeeeiiii!!)... y que cumplo 45 años (arrrghhh!!).

Cuarenta y cinco. Cuatro. Cinco. 45.
Hay que enfrentar los miedos tarde o temprano, así que lo repito una vez más:
cua-ren-ta-y-cin-co.
No 25, como me siento dentro de mi cabecita, ni 35, como pretendo verme (¿será?, nah). Y según me dijo una tarotista (sí, alguna vez recurrí a esos servicios) apenas voy a la mitad de mi vida.

Okey, ahora respiro profundo (ommmmmm) y a seguir adelante.
¡¡Que corra la champaña, ingao!!
(expresión guaraní que significa ¡cómo no!)

...Como las flores de jacaranda, ahora aquí, mañana ya no...

junio 13, 2011

Ya no son como antes...


Las "muchachas" ya no son como antes. Y qué bueno. Me refiero a las mujeres que nos ayudan en los quehaceres del hogar. Siempre tengo dificultades para usar el término preciso. "Sirvienta" se me hace duro y anticuado, aunque sea correcto; "muchacha" es impreciso e infantil, y "chacha" suena despectivo. "Doméstica" es todavía más oscuro... y ni hablar de "gata" (Abro paréntesis: nunca he entendido por qué se le dice gato a alguien lambiscón, si los felinos no lo son, nos acarician cuando quieren, no siempre para que les demos algo. Y mi gata nunca se dignó en traerme ningún encargo. Cierro paréntesis).
Para mí y en este momento, es "la señora que me ayuda en el quehacer", aunque sea largo. O mi asistente. He tenido la fortuna de contar con excelentes asistentes durante mi vida de casada, porque... oh sí, yo necesito ayuda para mantener habitable el hogar conyugal. Mucha ayuda. Puedo mantener a flote una casa, pero a flote nada más, no como-tacita-de-porcelana, la verdad ese nivel no se me da. Y aguas querido consorte, aquí van las pedradas: la cantidad de platos sucios, ropa para lavar y planchar (montañas, volcanes, cordilleras de ropa), basura para deshechar, muebles para limpiar, etc. se multiplica de manera exponencial al vivir en pareja. Matizo diciendo que mi media toronja es muy cooperativo y flexible para ayudarme en las labores cotidianas, pero aún así necesitamos refuerzos.

Las asistentes del hogar ya traen celular, trabajan en varios sitios, cobran bien por su trabajo y no se dejan maltratar. En mi anterior casa mi compañera de quehaceres llegaba en su pequeño auto, ¡o en su pick-up! (yo ni siquiera manejo). Mi asistente actual me trae nopalitos de su huerto y tiene mucho trabajo, tuve suerte en captar dos medios-días de su agenda. Otras mujeres han mandado a sus hijos a la universidad a base de sus labores domésticas de años. Una de mis mejores amigas le ayudaba en el quehacer a mi esposo en sus años de soltería, así nos conocimos y nos hicimos amigas, ahora es una exitosa terapeuta de masaje y ella y su esposo nos apoyan incondicionalmente. Todos somos iguales, no importa de qué lado de la escoba estemos. Nuestras circunstancias son diferentes, pero también eso puede cambiar en cualquier momento.
Sé que no en todo México es así, comprendo que aún hay enormes abusos, pero cuando menos yo me he encontrado con mujeres muy sabias y dignas, que saben lo que vale su trabajo y tienen una ética notable. Quienes nos movemos en los dos mundos sabemos que tiene tanto valor el pasar la aspiradora como el tratar a los clientes, espero que de la misma manera valoremos aún más el esfuerzo de quienes nos ayudan en las infinitas minucias de la casa.

Con cariño y admiración para todas, todas las mujeres que nos hacen la vida más fácil. Como dicen en Jamaica, Respect!

junio 07, 2011

Queridos Reyes Magos...

Sí, ya sé que en esta temporada no trabajan, seguramente estarán disfrutando de las playas de Dubai, o de las carreras de camellos de Marruecos, o estarán supervisando la producción mundial de incienso y mirra... pero considerando que me he portado bien y que no me han traído regalitos desde los12 o 13 años (y ya para entonces era oficialmente mi amá a nombre de ustedes, no se hagan patos), aplíquense para mi cumpleaños, ¿no? Vamos, todavía faltan dos semanas, les estoy avisando con tiempo.

Yo sólo les pido una cosa: verme de aquí en adelante como la señora a la derecha de esta foto.

A mi esposo lo pueden dejar como está, aunque si le rebajan la pancita y le mandan un traje como el de Mesié  Pinault no me enojo. Lo mío no es negociable, quiero el desde el vestido de Gucci hasta los stilletos de pitón. En mi caso, que sean pieles sintéticas, por favor. Pero sobre todo, quiero las medidas de Madame Hayek. Se las pongo más fácil, ni siquiera tiene que ser por el resto de mi vida, con el día de mi cumpleaños basta. ¿Va?

Este post es una confesión adelantada al ya indispensable Miércoles de Confesionario, ya que voy a andar alejada de los blogs unos días. El deber me llama y me mantendrá ocupada un buen rato, y aunque sean los Reyes de Oriente los que me traigan regalos, todavía hay que pagar la renta, el teléfono y la luz.
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