Boticas de las de antes... |
Enfermarse un poquitín y no tener algún medicamento básico en la casa era motivo de grandes dramas, pues había que tomar el auto y recorrer una transitada carretera durante 30 minutos para llegar a la farmacia más cercana, que no necesariamente era la mejor surtida. Y luego 30 minutos de regreso, en el mejor de los casos, porque si había camiones pesados subiendo por la carretera la cosa podía volverse eterna.
Ahora, viviendo en un entorno salvajemente urbanizado tengo no una, sino al menos cinco farmacias en un radio de tres cuadras a la redonda. Paradójicamente la más cercana resulta ser un Goliath de la industria: una enorme farmacia de la cadena San Pablo, con una muy bien surtida sección de autoservicio (en donde ofrecen desde papel de baño hasta perfumes de diseñador), una fuerte tendencia a los productos dermatológicos y buenos precios en los medicamentos por receta... si uno tiene la paciencia para soportar sus técnicas de ventas.
De entrada y, literalmente, a la entrada, siempre está alguna de las empleadas saludando a los compradores, recurso muy usado por otras cadenas de tiendas, pero que resulta irritante para el comprador regular. Luego, digamos que fui por, ehem, toallitas sanitarias... la oferta es tan amplia que tengo que tomarme un tiempo para elegir, pero invariablemente se me acerca alguna otra vendedora para ofrecerme desde cremas rejuvenecedoras hasta parches para los callos... que no, no necesito, muchas gracias. Si me tardo un poco más, o si me muevo a otra sección, ooootraaa chica se me acerca para ofrecerme shampoo para la caspa, o una colonia carísima, o cualquier otra cosa que NO necesito.
Por fin encuentro mis toallitas y me dirijo a las cajas, donde también se surten los medicamentos por receta. Un mostrador enorme y bien iluminado, con al menos seis modernas cajas registradoras por computadora... de las cuales sólo están abiertas tres y en una de ellas están checando el inventario o haciendo alguna otra oscura labor administrativa. Así que hay que hacer cola para ser atendido en alguna de las dos cajas... y por fin tras largos minutos llego al ansiado mostrador, donde tengo que pedir además un medicamento que me recetaron. Paso la receta, me dicen "mientras traigo su medicamento vea por favor nuestro catálogo de ofertas" (que siempre está ahí, a la vista, lleno de más cosas que no requiero), traen el medicamento (claro que se tardan), meten los datos de la doctora en la computadora (wow, qué cuidadosos)... y resulta que la dirección de la receta no coincide con la que ellos tienen registrada (no me pregunten por qué la tienen registrada). Oh bendito Hipócrates, ¿y 'ora que carambas hago? Largas explicaciones al cajero para que entienda que los médicos-se-cambian-de-consultorio-y-no-necesariamente-desperdician-sus-recetas-antiguas...
Por fin aceptan venderme la medicina (ni siquiera es un psicotrópico, caraxo), pero al hacer la sumatoria total de mi cuenta, el sistema automáticamente a huevo les pide a los cajeros que ofrezcan algún OTRO producto que NO quiero, NI necesito... y ante mi negativa de comprarlo me informan que TIENEN que pasar el producto por el scanner para finalizar la operación. Lo interesante (traumante) es cuando no tienen a la mano el dichoso producto ¡tienen que ir a buscarlo para marcarlo! Mellevala...
Update: Por fin quitaron ese absurdo sistema en particular, pero sigue vivo en mi memoria. Pero ahora se les ocurrió quitar el jabón de tocador de la sección de autoservicio y hay que pedirlo en el mostrador. ¿Alguna vez han pedido de memoria un jabón de baño en particular? Para los que compramos esas cosas a ojo, es una tortura. Esta gente trabajaba antes en la KGB.
Por fin, antes de dar el teclazo final para sacar el ticket, el cajero sale con que "también tenemos este bronceador que bla bla bla" y señala el producto que tienen todos junto a la caja y que cambian con regularidad. NO, NO, NO. ¡¡¡Yo lo que quiero es pagar mis malditas toallas y remalditas pastillas y salir de aquí para seguir mi vida!!!
- ¿Requiere factura?
- No.
- ¿Bolsita reciclable?
- NO.
- Por último y para nuestra encuesta, ¿de qué colonia nos visita?
- ¡¡NO LE VOY A DAR ESA INFORMACIÓN!!
- Gracias por su visita, le esperamos pronto.
- Grrrrrr...
Sí, es una bendición tener la farmacia tan cerca. Pero prefiero caminar unas cuadras más hasta la farmacia a la antigüita en donde no me quieren vender nada extra ni les interesa saber donde vivo, simplemente me surten lo que necesito y aceptan mi pago sin chistar. Y además venden papitas, chescos y paletas heladas. My kind of place.