julio 28, 2010

Seguimos cambiando

...Porque el cambio es lo único seguro. Sigo experimentando con las plantillas para el blog y me gustó esta combinación, más cálida y serena que los tonos lilas que tenía antes. Y eso que toda la gama del morado me encanta, pero como que el blog se veía muy frío. Así que cambiamos de look por el momento.
Con las ventajas de la tecnología, tal vez me de el gusto de tener "temporadas" en el bloguito, así como con la ropa. Los diseñadores y sus genios de mercadotecnia ahora salieron conque las temporadas ya no sólo son "primavera-verano" y "otoño-invierno", sino que inventaron colecciones "crucero" o "resort" para el verano y "pre-fall" para ir calentando las cosas antes de que las hojas caigan de los árboles. Cambio climático, cambio de vestuario y cambio de fondo en el blog...
¡Muy ad-hoc!

julio 26, 2010

¡Siéntate derecha!

Una y otra vez escuché eso durante mi niñez y adolescencia. Una y otra y otra vez me acomodaba en la silla... sólo para quedar desparramada de nuevo unos minutos después. Y ¡oh no, no, no! ahora vuelvo a escuchar esas palabras, pero dichas por mi misma y por mi familia cien veces al día.

Me niego a ser el mítico árbol torcido...

Hace tiempo les compartí mis penas al descubrir que sufro de escoliosis lumbar. Entre esa desviación, los malos hábitos y una vida entera de trabajo de oficina en condiciones mucho menos que ergonómicas me he agenciado una mala postura crónica, que ahora me pasa la factura en forma de contracturas y rigideces que no he podido superar. Me resulta terriblemente frustrante el tratar de hacer ejercicio para sentirme bien, y quedar molida después de una sesión apenas moderada de nado o de ejercicio cardiovascular. Del dolor en la espalda baja he pasado a misteriosos esguinces en los tobillos, una rodilla adolorida, cuello torcido y hombros tensos... afortunadamente no todo me duele al mismo tiempo, de lo contrario ya me habría conseguido un dealer que me vendiera el Vicodin a precio de mayoreo.
La semana pasada volví a visitar al especialista, quien me recetó más terapia física, más y mayores (ouch!) ejercicios en casa y un relajante muscular que debo tomar muy espaciado ya que me afecta el estómago.
Lo más difícil de los ejercicios en casa es estar corrigiendo la postura todo el tiempo. Mi hombro derecho tiende a estar más bajo que el izquierdo, así que el doc me recomendó poner espejos por todos lados para observarme y corregir la postura. Incluso intenté poner uno detrás del monitor de mi compu, pero ante las dificultades de esto decidí usar la tecnología y tener abierta la webcam. De ese modo, en cualquier momento doy un clic y me veo en toda la gloria y esplendor de mi monitor... con el hombrito caído, la cabeza chueca y la cara de no-me-puedo-acomodar-bien. Esto de observarse permanentemente es agotador.
¿En qué momento de mi vida me dí en la torre? Entiendo que ahora sufro los efectos acumulados de años de descuido, pero ¿nunca me ví ni me vieron los hombros desnivelados?, ¿nunca fue notoria mi manera errónea de caminar?... ¿Así de ciega he estado?

Entre las disciplinas de meditación que se practican en el budismo (y entiendo que en el hinduismo también) está la meditación Vipassana, en la que precisamente se trata de observar la naturaleza cambiante de nuestro cuerpo y nuestra mente, observándonos con extrema y puntual atención. Otra de mis grandes frustraciones es sentirme incapaz de permanecer siquiera quince minutos sentada con las piernas cruzadas (ni pensar en hacer una posición de loto o medio loto) para meditar. Observarme a mí misma mientras lucho con mi cuerpo es doblemente agotador. Y ya llegué al límite del cansancio y del hartazgo con esta situación.

Seguiré mi terapia física, pero además trataré de tomar clases sobre la Técnica Alexander, un sistema de posicionamiento corporal que me interesa y que parece ser efectivo en casos como el mío. Ya les contaré. Y si tienen tips para mantener una buena postura, compártanlos plis.

julio 20, 2010

Diálogos de uno

Pacieeeencia...

Día 1, por la noche, dirigiéndome a marido, justo después de colgar el teléfono
Yo: Era mi amiga Gorgorita, te manda saludos. Mañana voy a su casa para tomar un cafecito con ella.
Marido, sin dejar de ver la tele: Ah, qué bien...

Día 2, durante el desayuno
Yo: Hoy voy a ver a Gorgorita en la tarde.
Marido, sin dejar de leer el periódico: Ah, qué bien...
Día 2, al final de la comida
Yo: Me voy a apurar para acabar X y Y e irme a casa de Gorgorita.
Marido: Ajá...
Día 2, en la tarde, ya arregladita y tomando mi bolsa
Yo: Ya me voy.
Marido: ¡¿¿A dónde vas??!

Y sí, tuve que contarle el plan oootra vez...

julio 13, 2010

Extremos

Hace un par de semanas, mientras hacía mis compras en el super, me encontré con una joven mujer vestida más o menos así:
Aunque sus zapatos eran más bien así (pero con más plataforma que estos):
Agreguen un generoso escote al vestido y un aún más generoso tetamen, mucho maquillaje, tinte rubio platinado y mucho mejores piernas que la modelo de arriba... y ya se imaginarán que los trabajadores y parroquianos del walmar no le quitaban la vista de encima a la chica. Lo que más me sorprendió es que llevara a un niño como de 2 años (seguramente su hijo) en el carrito del super. ¿Cómo le hizo para maniobrar con compras, niño y zapatos de superplataforma? Y... dicho con voz de señora-mojigata-ultraconservadora-y-criticona: ¡¿Cómo se atreve salir así a la calle?!
Admito que a ratos me sale lo retrógrado en estos casos, pues al ver a la dama en cuestión la verdad (me cuesta admitirlo) luego luego pensé que se trataba de una chica del table dance, de los que por acá abundan. Y si así fuera, so what? Pero el gusanillo conservador ahí se me quedó, removiéndose cada vez que me la encontraba a lo largo y ancho de la tienda (¡hasta en las cajas!).

Soy injusta. Critico a estas mujeres que tienen la capacidad de mostrar sus encantos sin reservas y que cuentan con la habilidad (y el valor) suficientes para ponerse prendas y accesorios que yo encuentro no solo "de mal gusto" (muy entrecomillado), sino incluso peligrosos. Y por otra parte, critico también a las mujeres que están convencidas de que complacen a Dios al portar ropas extra-modestas, como la abaya de aquí al lado, limitando su libertad de movimiento y su comodidad. Acabo de leer que en Arabia Saudita hay toda una organización de mujeres que se oponen a los ligeros, ligerísimos cambios que poco a poco se van dando en materia del vestir y en cuanto al mostrar o no sus rostros en presencia de varones fuera de su familia. No sólo la policía religiosa penaliza a las mujeres que se rebelan ante las sharias correspondientes, sino las mismas mujeres se encargan de fiscalizarse entre sí. En aquel país una mujer no puede viajar sola, ni puede manejar un auto, ni votar. Requiere de un varón de su familia que actúe como su guardián para acompañarla a hacer las cosas que nosotros damos por sentado, aunque hay tiendas, oficinas, filas, etc. sólo para mujeres. Una de esas mujeres conservadoras dice, muy orgullosa, "Mi guardián sabe lo que mejor me conviene". Minifaldas y abayas. Extremos. Y mi doble moral, también extrema.

julio 08, 2010

Hasta la cocina II - Placeres culpables

Inspirado en sus comentarios

Sigamos con el tema gastronómico, ya que con este clima se antoja el monchis monchis entre comidas. Por ahí en los comentarios de la entrada anterior (¡gracias!) me contaban de las tostadas con crema, las gorditas recién hechas y demás placeres sencillos que satisfacen el alma y el estómago. Ahh, nada más simple ni más satisfactorio para el chilango promedio que las tortillas recién salidas de la tortillería, antes de envolverlas en la servilleta, nada más con sal (doble punto si el salero de la tortillería es tipo barrilito de plástico)... ¿Pero qué hay acerca de los placeres culpables, esos que consumimos a solas o únicamente en compañía de nuestra gente de máxima confianza? No hablo de los atracones patológicos, sino de esas cosillas que nos da algo de vergüenza aceptar que comemos, sea porque las combinaciones son extrañas, o porque no hay manera de ingerirlos de manera aseada, o porque ya "no estamos en edad de comer esas cosas".
Sin más preámbulos, va mi lista, sin un orden en particular:
  • Los Gansitos congelados
  • Los mangos que escurren juguito (slurp!), comidos a mano sobre el fregadero de la cocina
  • Los huauzontles
  • Los elotes cocidos, del tipo cacahuazintle (para pozole), con sal, limón y chile piquín, que de tan grandes es imposible no quedar con el cachete lleno de chilito después de comerlos
  • Las palomitas de microondas, con harta salsa Valentina, comidas directamente de la bolsa
  • El refresco Chaparritas del Naranjo (¿todavía existe?) ¡de uva!
  • Los tacos de canasta, comidos a media mañana y en plena calle
  • El helado casi descongelado del todo
Podría seguir y seguir, pero... ¿qué me dicen ustedes? ¿Algo que confesar?

julio 05, 2010

Hasta la cocina

Notas sobre mis aventuras gastronómicas.
Tenemos un excelente Chateneuf du Pape para acompañar sus quesadillas” – Me chocan los restaurantes pretenciosos, donde por el hecho de poner tres copas y hartos cubiertos en la mesa creen que su comida es el non-plus-ultra y que pueden cobrar precios ridículos. En algunos casos el derroche de elegancia vale la pena, pero a veces parece que los dueños sólo tratan de impresionar al comensal y sobre todo a  la competencia. Hace como un mes visité un restaurante nuevo en mi ciudad, de comida libanesa y aires afrancesados. La comida es muy buena, pero los precios son altos y el servicio insiste en tratar de vender los platillos y vinos más costosos de su carta. La decoración es apantalladora pero inconexa y poco ergonómica, además de que no funciona para un lugar en donde uno bien puede llegar de pants y tenis. No dan ganas de regresar ahí.

Pasa el pesto - Por otra parte, para mi cumple elegí ir a comer a mi lugar favorito en Cuernavaca: el Marco Polo. Una trattoria acogedora y sin pretensiones, justo frente a la catedral, con precios decentes y una cocina muy auténtica. Ahí conocí el pesto como me imagino que se come en Roma: con pasta hecha en casa y un aderezo moderado de albahaca, ajo y piñones recién picaditos, con el aceite apenas justo para cubrir gentil pero contundentemente los ravioles que pedí, sin ahogarlos en la salsa. El servicio atento, rapidísimo y respetuoso, el ambiente relajado... y los profiteroles están so-ña-dos.

“Mamaaá, el pavorreal me robó mis cacahuates” – Otro de mis joints locales es Las Mañanitas... pero sólo para tomar la copa (Herradura Reposado doble, por favor). El restaurante es caro y la comida no es sublime, pero la terraza-bar con vista a jardín es genial. La botana de papas fritas caseras y semillas varias es generosa (se vale pedir más) y los tragos tienen precios razonables. Los pavorreales que se pasean por el jardín y suben a los árboles para dormir cuando cae el sol son razón suficiente para echarse un tequilita ahí (como si necesitara yo razones).

La merienda del verano - Como me lo recetó la nutrióloga, procuro tomar  un bocadillo a media mañana y otro a media tarde, para mantener el metabolismo en movimiento. Una de estas tardes me serví un par de (modestas) rebanadas de queso brie, con una pera y un poco de vino rosado (francés de 84 pesos la botella en el Costco) que estaba muy solito en el refrigerador. Ahhh... me sentí como en las riberas del Sena.

No te atasques – La otra noche vi un programa sobre cocina en un canal que no frecuento, y me quedé viéndolo porque el conductor es bastante simpático. La serie en cuestión se llama “Man vs. Food” y se trata de un muchachón que recorre los Estados Unidos visitando restaurantes famosos por platillos que, por lo que veo, lo que tienen famosos es la cantidad de comida que contienen. O lo picante que son. O porque representan un reto comerlos. Burritos de más de un kilo de peso, tazones de picosísimos fideos ramen que alimentarían a 4 personas, hot cakes más grandes que el plato... y así ad infinitum. Creo que nuestros vecinos del norte a veces (a veces...) se exceden en presumir su riqueza y la abundancia de la que gozan. Luego porqué se enferman.

Ahora si me disculpan, ya es hora de cenar. Mi gelatina light me espera. Diablos.
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