junio 29, 2010

Cuestión de percepción

Hace poco, mientras circulaba por una transitada avenida de mi ciudad, me llamó la atención un animalito que caminaba a lo largo de la guarnición de la banqueta. Pensé que era una rata pero no, era un tlacuache pequeñito. Los tlacuaches (zarigüeyas) son muy comunes por estos rumbos, aún en los jardines de casas céntricas, pero no me imaginaba que se aventuraran a la calle. Al ver al chiquilín caminando con cierta torpeza muy cerca del tráfico, y sin poder bajar del auto para ayudarlo (¿cómo se ayuda a un tlacuache?) sólo empecé a decir algo así como “ándale chiquito, ahí hay un agujero, escóndete”. Estos animalitos como que no se distinguen por su inteligencia, aunque llegan a hacerse los muertos en presencia de un depredador, pero ante los autos no tienen escapatoria. Supongo que se reproducen muchísimo, porque los tlacuaches abundan, pero también mueren a pasto. Espero que este ejemplar haya salido del paso.
Después pensé: ¿habría yo tenido el mismo impulso de ayudar si se tratara de una rata? ¿Por qué hay animales que detestamos y otros que encontramos hasta simpáticos, aunque tengan casi la misma función zoológica? Los hijos de una amiga mía tenían una rata de mascota, una muy fea rata completamente pelona, pero yo la encontraba encantadora por su cariñosa personalidad (!). ¿Y si me encuentro una rata pelona en mi cocina qué hago? En casa ahuyentamos a los ratones que mi lindo gato llega a traer (porque no entran por sí mismos) y aunque son pequeñitos me producen cosita, así que no quiero pensar en los gritos que pegaría yo si me encuentro a una rata silvestre o de alcantarilla por aquí.
Entre la fauna local también hay cacomixtles, que supongo son parientes de los mapaches. Son hermosos animales de cola pachona y anillada y orejitas puntiagudas. Hace algún tiempo nos visitaba uno de ellos, atraído por la comida de los gatos. Me pareció muy simpático encontrármelo una noche asomado por la puerta de la cocina, esperando a que me retirara para entrar a asaltar el plato de mis mascotas. Dejó de parecerme simpático cuando el muy ladino destruyó el nido de golondrinas que teníamos en el alero del techo... y se comió a los polluelos.

Al vivir en esta zona he dejado atrás algunos prejuicios que tenía contra la “fauna nociva” (¿nociva para quién?), aunque todavía pido la ayuda de mi media toronja para sacar (vivos) de la casa a los alacrancitos que de repente salen a saludar. A las culebras ya las manejo con cierta destreza y con las tarántulas tengo una respetuosa relación a distancia, pero ya me siento más armonizada con mi entorno en el que, de hecho, los intrusos somos nosotros, los humanos. Percepciones. Todos hablamos según nos va en la feria. Y para los animales que nos rodean, la feria es sumamente peligrosa.

Fotos: Vilmente bajadas de interné... ¡Pero esperen! Pude fotografiar una ardilla en el jardín, con algo de zoom y mucha suerte de haberla pillado mientras desayunaba.

junio 21, 2010

¡Tengo mieeeedooo!

Estoy experimentando con las nuevas plantillas de Blogger para pimpear este bloguito y creo que voy por el camino correcto... peeeero... no encuentro la manera de regresar al diseño original. Parece que ya no existen las plantillas clásicas, o por lo menos ya no son una opción. ¡Y tengo un miedo irracional a perder la información que he subido!
Como soy de gustos espartanos (ajá) quiero algo sencillo y fácil de leer, pero como también soy voluble (geminiana a morir) ya quiero un cambio en esta mi casa virtual.
Así que esperen cambios próximamente... si es que me animo. Y si no me sale el truco me verán así:
¡Sereno mi Taz! La cosa es calmada.

Actualizado: Okey, ya hice el cambio, les agradeceré muchísimo si pueden avisarme cómo se ve en sus respectivos monitores .

junio 15, 2010

Viviendo en el pasado

Cuando era niña me encantaba que mi mamá me llevara a su oficina. De vez en cuando tenía que trabajar alguna mañana de sábado, así que le pedía permiso a su jefe para llevarme y mientras ella hacía sus labores yo le ayudaba a engrapar hojas, llenar sobres, o cualquier otra actividad adecuada para mi corta edad. Y yo me sentía soñada en la Gran Oficina de la Corporación Multinacional donde laboraba mi amá.
Hace poco estaba yo navegando los mares del interné y me encontré con un blog de cotilleo fashionista (ya saben que me encanta el tema, je je) particularmente interesante. Entre otras muchas cosas, en algunas entradas los autores comentan la relación vestuario-carácter de los personajes femeninos de la serie Mad Men que se transmite en Estados Unidos. Yo no he visto el programa, pero el hecho de que esté ambientado en los años sesenta me llamó la atención, por los retos que esto implica en el área de vestuario. Los sesentas son una época lo suficientemente cercana para que por lo menos una parte del público recuerde las modas y estilos de esa era, por lo que los diseñadores y ambientadores deben ser particularmente cuidadosos para dar el look correcto a la serie. Entre las muchas fotos que hay en las diferentes entradas dos me llamaron la atención porque...


¡Esa oficina es idéntica a donde trabajaba mi mamá! Desde los canceles de vidrio con marcos de madera, hasta los escritorios con patitas metálicas y los plafones del techo, el déja vu me atacó muy grueso. La única salvedad es que la imagen retrata una oficina de principios de los sesentas... y yo debo haber visitado el trabajo de mi mamá por primera vez hacia la segunda mitad de los setentas. ¿Así que la Gran Corporación imitaba el estilo de las oficinas gringas de más de diez años atrás?
Y la otra estuvo peor:
¡La máquina de esta chica es igualita a la que yo usaba en la clase de mecanografía en la secundaria! Bueno, si me iba bien usaba las máquinas eléctricas IBM, pero como era bastante piedrita para la mecanografía por lo general me tocaban los primitivos aparatos mecánicos del fondo del salón. El punto es que yo (ehem) estudié la secundaria bien entrados los años ochentas, así que estamos hablando de más de veinte años de distancia con respecto a la escenografía que aparece representada en la foto.
Así que, o los escenógrafos de la serie están errados en sus diseños o... en México estábamos muuuy atrasados en la tecnología y la arquitectura de oficinas. Creo que la brecha se ha acortado mucho en algunos lugares de trabajo en este país, en donde los trabajadores cuentan con muebles y aparatos súper-modernos o por lo menos actuales a secas... pero en otros todavía se vive en los sesentas, setentas y ochentas del siglo pasado. Ugh.

El blog de referencia lo encuentran por acá (todo en inglés). Y los trapitos que lucen las protagonistas son una delicia en muchos niveles.

junio 08, 2010

Defender lo indefendible

Lo indefendible es México. Deveras que ya no encuentro por dónde explicar y explicarme el comportamiento de mis compatriotas, desde las altas autoridades hasta los ciudadanos de a pié. La violencia rampante, las muertes a la vuelta de la esquina, el crimen, la corrupción, la franca estupidez (¿me estás oyendo Bazbaz?), la basura y un interminable etcétera ya me tienen Hasta La Madre. Por razones familiares frecuentemente tengo que responder las preguntas de mis parientes extranjeros cercanos y lejanos con respecto a este país y su situación... y la verdad ya no tengo respuestas. Las afectaciones que he tenido personalmente a lo largo de los años, producto de la incapacidad (mental) de nuestros gobernantes han sido moderadas, pero muy muy molestas. Pero el miedo de que algo verdaderamente terrible me (nos) pase está siempre ahí. Conozco muy de cerca a gente que sí ha sufrido esas cosas terribles. ¿Se puede seguir viviendo así? ¿Se puede seguir viviendo aquí? Yo tengo alternativas, creo, ¿pero qué pasa con la gente que no tiene para dónde correr?

Hace unos días recibimos en casa una llamada de extorsión. No es la primera vez y me temo que no va a ser la última. La bateamos como mejor pudimos y los delincuentes simplemente dejaron de molestar y pasaron al siguiente número en su lista (¿eras tú, acaso?). No basta con sacar el teléfono del directorio de Telmex (quienes, por cierto, no le dan al usuario de la línea la información referente al número del cual le llamaron, pero bien que se dejan “robar” las bases de datos de nuestros números), pues los teléfonos de todos están flotando por ahí, en bancos, tiendas, editoriales a cuyas publicaciones estamos suscritos y en otros muchos lugares. Datos que acaban vendidos al mejor postor, sin que nuestras “autoridades” hagan nada. Por cierto, acabo de decidir que NO voy a contestar el censo de población. No es por instigar (o sí), pero ¿quieres que ojos ajenos sepan cuántas habitaciones, focos y habitantes tienes en casa? ¿O ya de plano me estoy viendo muy paranoica?

Me carga admitirlo, pero es cierto lo que me dicen en casa: en México no hay gobierno, no hay autoridades, no hay policía. México es un estado fallido.
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