septiembre 30, 2010

...Enséñame tu ropero...

Esta semana tuve que ir al D.F. y aproveché de visitar la exposición 200 Años de Moda en el Palacio de Hierro del Centro Histórico. Ahhh, qué agasajo...

Las piezas en exhibición (vestidos, sombreros, accesorios varios...) están distribuidas a todo lo largo de la tienda y en los aparadores exteriores, así que hay que recorrer todos los pisos y darle la vuelta al almacén para recorrerla entera, pero vale la pena. Me dí vuelo observando con detenimiento todos los trajes, ya que en su mayoría se encuentran al alcance de la mano, sin vitrinas que estorben... pero muy bien resguardados por el personal de seguridad. Los accesorios (¡hermosos!) sí están bajo capelos de vidrio, pero hay que agradecer el que los hayan colocado a manera que se pueden observar desde todos los ángulos. Hay unos abanicos increíbles y una colección de frascos de perfume que aún guardan diversas cantidades de sus esencias. Pero la ropa... ¡ah, la ropa!... toda una clase de historia en forma de encajes, bordados de lentejuelas, alforzas y sedas. Me resultó un poco triste ver que muchos trajes ya tienen daños por el tiempo, la humedad, las termitas, etc., pero es comprensible considerando que esta colección fue reunida a partir de compras con anticuarios y en mercados diversos, así que es poco probable que los artículos hayan recibido un cuidado profesional durante muchos años.
Es sorprendente ver cómo hay ropa que, de poder usarla ahora, estaría perfectamente a tono con los tiempos. Trajes tipo flapper de los años veinte del siglo pasado que se verían muy bien en alguna fiesta actual, vestidos camiseros de los treintas que no causarían ningún mal comentario en cualquier compromiso medianamente formal de nuestros días... y cierto vestido largo en crepé amarillo, con un detalle de canutillo en la espalda que parece salido de las manos de Halston en sus mejores tiempos... pero viene también de 1930. Y nunca deja de maravillarme la diferencia en tallas que nos separa de las mujeres del siglo antepasado y principios del siglo XX: los hombros de los maniquíes me quedaban apenas al nivel de mis propios hombros... pero todos los trajes están sobre plataformas de mínimo 15 cm de altura... y yo soy de estatura muy mediana.

Resentí el hecho de que no hubiera fichas museográficas en algunas piezas interesantes, y en algunos casos (creo yo) las fichas indicaban años incorrectos... pero eson son detalles menores. La forma en que entré a la tienda hizo que no viera yo la colección en un exacto orden cronológico, pero esto resultó benéfico al final: justo cuando terminé de recorrer el interior y estaba ya terminando con los aparadores encontré la pièce de résistance, un hermosísimo vestido de encaje rebordado en pedrería, de 1910, que está justo en la entrada principal. Hermoso final para un hermoso recorrido. 

(En el Palacio de Hierro del Centro Histórico de la Cd. de México, del 24 de septiembre al 23 de octubre. Recomiendo ampliamente ir entre semana, los fines de semana el centro tiende a ser una locura).

septiembre 23, 2010

Lost in translation 6

Todos vemos anodinos anuncios como este en nuestras navegaciones por Internet:

El tema del anuncio de por sí es discutible, pero las faltas de ortografía y la mala traducción lo hacen insoportable. Falta el acento y el signo de interrogación inicial: ¿Podrías ser un vampiro?
Y la segunda línea está mal traducida. Find out now = Averígualo ahora... y no “ahora encuentra”.

Una y otra vez vemos estos ejemplos y parece que no se acabarán nunca. El maestro Sandro Cohen analiza a detalle las pifias publicadas y los chicos de Acentos Perdidos son la guerrilla ortográfica en pleno.
Pero es una batalla ardua e interminable, y quienes nos dedicamos a la labor de la tecla la libramos día a día, en mi caso con clientes que (debo agradecerlo) no perdonan ningún resbalón gramatical o de otro tipo. Cuando menos en mi trabajo debo andar con pies de plomo. Aquí en el blog (el bló) me relajo un poco.

Pero la verdad a veces sí da coraje ver que algunos no tenemos margen de error y otros escriben y publican barbaridades sin pudor alguno. Así que ahora tomo prestado este reclamo de procedencia ibérica y declaro a voz en cuello:

septiembre 19, 2010

Deep Blue Fear 2 - Salvavidas integrado

Hoy floté “de muertito” en la alberca. Primera. Vez. En mi vida.
Sigo con mi lucha por aprender a nadar. Ya soy capaz de hacer varias cosas, pero aún no domino la combinación brazada-respirada de lado, y me canso rapidísimo al nadar de pecho. Y sí, me sigue dando miedo la parte más profunda de la alberca. Hoy que estaba practicando el ayudarme a flotar con el movimiento de los brazos, le pregunté a mi instructor si esa era la técnica para flotar en caso de emergencia. Para mi sorpresa, su respuesta fue no, en caso de emergencia hay que flotar de muertito. Eso de flotar era un misterio para mí, supongo que parte del problema es que trato de racionalizar toda la experiencia del nado y en especial la flotación. ¿Cómo es que el cuerpo humano (particularmente el mío) puede flotar? ¿Así nomás? ¿Qué tengo que hacer? Por más que mi instructor me indicaba que simplemente es cosa de relajarse, yo no lograba hacerlo... hasta hoy. Una y otra vez lo intentamos, hasta que ¡lo hice sola! Justo como me decía: Así nomás, relajándome.

Mi gran obstáculo es el pánico al agua, que ya voy controlando pero sigue ahí, escondido en el subconsciente. La otra parte es mi afán de control y mi desconfianza. No confiaba (iba a escribir “no confío”) en mi capacidad de flotación, por lo tanto no flotaba. No confiaba en que el instructor me agarrara a tiempo antes de tragarme media alberca al tratar de respirar, así que me aferraba a él con desesperación. Je, je, hoy le di un golpazo con el brazo cuando sentí que me hundía y no vi que estaba justo detrás de mí, cuidándome. Flotar panza arriba es dejarse ir y confiar en que el agua me sostiene, pero me resulta(ba) aterrador perder el control. Eso de sólo ver el techo del gimnasio y oír todo a medias por tener las orejas bajo el agua... noooo, era mucho para esta control freak.
Pero lo hice. Cabeza atrás, pies hacia adelante y a flooootaaaar. Y luego aprendí a darme la vuelta en el agua a manera de ver el fondo e incorporarme como ya sé hacerlo desde hace un buen rato. ¡Pura vida!
Considerando que no nadé en casi un mes debido a diversos motivos de salud, este fin de semana resultó ser un gran avance en mi camino hacia la libertad acuática. Glu, glu, glu. Hoy no quería salir del agua.

Ya veo más cercano el día en que acompañe a mi esposo a nadar en el mar (el puntito en medio de la foto es él)

septiembre 14, 2010

Bori-aventuras

Todo era oscuridad a alguna hora infame de la madrugada. Levántome para ir al (ehem) baño, abro la puerta de la recámara y casi me voy de bruces tratando de evitar un obstáculo que resultó ser mi gato, quien estaba muy acomodado justo frente a la puerta.
- Ayyy Boris, quítate...
Entro medio dormida al baño, prendo la luz y como siempre en esos casos y a esas horas dejo la puerta entreabirerta, para que el gato pase y no esté arañando y maullando mientras trata de entrar a saludarme.
Pues el gato no entró de inmediato, pero mientras estaba (ehem ehem) sentada haciendo lo que tenía que hacer, por mis pies pasó...
- ¡¡¡Aaaayquecarambaseseso!!! ¡¡¡Un ratóooon!!!
Haciendo equilibrio para levantar las piernas, esquivar ratón y gato y no caer del inodoro, me imaginé al marido saliendo todo alterado de la recámara para ver lo que le pasaba a su mujercita, pero nada. Pensándolo bien, mejor que no me vió en tan ingrato estado.

Saco gato del baño, me quedo con el aterrado y correlón ratón, pensando en qué demonios hacer. Por fin se me ocurre vaciar el bote de basura (sólo contenía un par de kleenex) y esperar a que el animalito se quedara en una esquina. Cuidadosamente lo atrapo con el bote, salgo del baño y cierro la puerta.
-¿Y 'ora cómo lo saco? ¿ Y cómo me libro del Boris que está puestísimo para cazarlo?
Voy a la terraza/patio de servicio, enciendo todas las luces a mi paso, encuentro un cartón que puedo usar para tapar el bote de basura y asegurar al roedor... y entro por la recámara (ay con la pena) donde el marido duerme plácidamente.
- Mmmph... (marido abre un ojo)
- Voy a sacar un ratón del baño y lo voy a sacar por aquí porque es más rápido.
- Mmmphhh... ¿te ayudo?
- ¡¡¡Síiiii !!!
Primero encierro a Boris, luego con... mucho... cuidado deslizamos el cartón bajo el bote. 1, 2, 3 y volteamos el bote. Querido marido saca al roedor al jardín, justo cuando empieza a lloviznar.
Ratón libre, gato frustrado y sueño interrumpido durante un buen rato.

Les presento al causante del numerito:
En la casa no hay ratones. Boris los trae vivos de no sé dónde. Tan lindo él.

¡Buenas y pacíficas Fiestas Patrias! Se portan bien y no chupen mucho.

septiembre 08, 2010

Totalmente... what???

Recientemente me di una vuelta por El Palacio de Hierro, tienda en la que no compro desde hace años. Para mí se ha convertido en un lindo museo, a donde acudo de vez en cuando para maravilarme con ¡Burberry!, ¡Pineda Covalín!, ¡Carolina Herrera!, ¡Vuitton!, ¡Michael Kors! et al. Todavía no me atrevo a probarme la ropa que no alcanzaría a comprar ni empeñando mi alma al chamuco, pero gozo de esos momentos de evasión fashionista.
Todo iba bien hasta que pasé por la sección de zapatos, donde, muy modositos y bien portados estaban estos ejemplares (bueno, no conseguí la imagen del modelo exacto, pero por aquí va la cosa):
Ballerinas de Salvatore Ferragamo... a $2,500.00 pesitos mexicanos... ¡Y son de PLÁSTICO! Aclaro que el par que ví estaban más monos que los de la foto, en tono mate con moño de listón y todo, ¡pero eran de plástico!
Me cuesta trabajo creer que alguien compre unos zapatos de plástico por ese precio. Digo, mucho Ferragamo, mucho Made in Italy, pero se me hace que la patita suda igual con estos cacles que con los Made in China que abundan en nuestros mercados y tianguis. Palabra que solté una carcajada al ver el precio. Mejor reir que llorar.
La verdad no entiendo cómo o de qué se sostiene El Palacio desde que se volvieron tienda de diseñadores. Supongo que venden bien en los departamentos de muebles, niños, caballeros, etc., porque en verdad os digo que la ropa y accesorios para dama están inalcanzables. Pero lo que me sorprendió más fue ver, durante mi parada para el cafecito de rigor, a gente (mucha) que salía de la tienda con bolsas y bolsas de compras. ¿Pura tarjeta de crédito? Espero que no, sinceramente me alegro de que haya gente con el poder adquisitivo para ser totalmente palacio.

Por otra parte, los diseñadores también tienen lo suyo. Así como los sucesores del signore Ferragamo nos quieren ven la cara de turista con chanclitas de plástico, Marc Jacobs en su calidad de diseñador de Louis Vuitton nos regaló el año pasado esta joyita:
¿Qué les recuerda? ¿Será una broma que Marc comparte con nosotros, una crítica a la industria de la moda... o se está burlando de sus propios consumidores?

septiembre 02, 2010

México de mis recuerdos (prestados)

Tuve la fortuna de convivir con mi abuela materna durante toda mi niñez y temprana adolescencia. Por diversas circunstancias tanto ella como mi mamá fueron madres ya maduritas, así que a mí me tocó tener una abuela que ya ochenteaba cuando yo era niña y una madre algo mayor a las mamás de mis amigas y amigos. Eso permitió que yo me nutriera de sus recuerdos, que se remontaban a los 1890 en el caso de mi abuela y a los años cuarenta del siglo XX, en el caso de mi madre. Quizá por eso tengo debilidad por las películas de época, la música viejita y los recuerdos de un México que no conocí, pero que está en mí a través de las pláticas con mi abue.

Por eso ha sido un deleite leer este libro, cuyo autor es el brillante esposo de una gran amiga mía:
Como lo dice el título, Fernando nos guía en un recorrido por la vida diaria de la ciudad de México en 1910, justo antes de estallara la Revolución. Mercados, calles, tiendas, anuncios publicitarios, teatros... todo cobra vida para constatar que somos muy diferentes, pero también muy parecidos a nuestros abuelos y bisabuelos. El libro se despacha en un tris, por lo agradable del tema y lo sabroso de la narración.
¡Y además trae música! El libro incluye un CD con música de esos tiempos, así como ambientaciones sonoras para darle sabor a la lectura. Así que corran a su librería o Mix Up (sí, ahí también) más cercano, para empezar el mes con una lectura muy mexicana. También dense una vuelta por el sitio de Luzam, empresa dedicada al rescate y promoción de la música culta mexicana y a la publicación de libros deliciosos.

Así celebro este Septiembre, no por decreto gubernamental sino porque éste y aquel México están en mí, aún en este siglo XXI que no acaba de cuajar del todo.
(Va el comercial: México: Un paseo por la ciudad en 1910, por Fernando Díez de Urdanivia, Editorial Luzam)
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