febrero 21, 2011

Escenas de ciudad

Imagen del sitio de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México

Redescubriendo la Ciudad de México calle a calle y esquina a esquina...

- Mi nuevo barrio está en la frontera donde el pueblo colonial se convierte en gran ciudad clasemediera: estoy rodeada de avenidas, pero si camino por los callejones laterales y doy una vuelta errada termino tres cuadras más allá de lo que esperaba.

- Nací y crecí en esta ciudad y aún viviendo fuera la visitaba a menudo, pero en dos semanas he tomado tres transportes públicos... que no iban a donde yo quería llegar.

- En una elegante casa cercana tienen un gallo que empieza a cantar a las 6:30 am, y un perico que exige a gritos que cubran su jaula cuando cae la noche. Entre ellos y las palomas, las ardillas y los gatos semi-salvajes el ambiente está tan campirano como en mi bosque añorado.

- "Distancia por tiempos, uno, dos, tres" suena el altavoz de la escuela primaria cercana después de la hora de recreo de los pequeños estudiantes. Hace décadas que no oía esas palabras.

- "¿Das chance mi buen?" pregunta el chico de look hip-hopero al chofer del microbús, y ante la respuesta afirmativa sube con su discreta bocina al pecho... y se avienta un rap en  vivo, en español aderezado con un inglés de la frontera que ya quisieran los de Control Machete y anexas.

- Y los apodos inefables de los microbuseros: El Sargento, El Frutero, El Pátula y El Comeniños. Finísimas personas.

Seguiremos informando.

febrero 17, 2011

Medio segundo

O menos. ¿Cuánto tiempo toma el decidirse a hacer algo? No hablo de las Grandes Decisiones caviladas durante días o meses, sino de esas pequeñas cosas que decidimos momento a momento. Medio segundo. Un parpadeo. Un cuarto de latido. Esas decisiones que cambian una vida. O varias.

Hace unas noches un hombre que transitaba en su auto por una gran avenida decidió pasarse un alto. Decidió hacerlo a gran velocidad. Y quién sabe cuántos minutos antes, decidió no abrocharse el cinturón de seguridad. Luz roja, pisa el acelerador a fondo, sí pasas, sí pasas... No, no pasas. Golpe inevitable de otro auto, volcadura, rechinidos, chispas, humo, y otro golpe terrible al chocar contra un anuncio en la acera. El hombre salió disparado del auto y quedó sobre la banqueta, con el carro volcado de costado sobre sus piernas. Otros conductores tuvieron que frenar repentinamente y sufrieron también golpes, un auto pequeño de modelo reciente quedó deshecho cuando otro lo impactó por atrás, el auto que tenía la luz verde quedó inservible... quién sabe cuántas personas fueron afectadas por el choque principal. Incluyéndome. Incluyéndonos.
Mi esposo y yo vimos desarrollarse la escena cuando nos bajábamos de un taxi apenas unos metros más allá, justo frente a todo. Estábamos a punto de cruzar la calle para ir exactamente a la esquina donde quedó el auto incrustado en el anuncio. Unos segundos de diferencia, una pequeña decisión de más o de menos...

Mucha gente corrió a ayudar a los afectados, incluso el taxista que acababa de darnos servicio. Volvieron a poner el auto volcado sobre sus ruedas para liberar al herido, que se veía muy mal. Nosotros nos retiramos, angustiados como todos los demás que coincidimos en ese momento en esa esquina. De vuelta a nuestra vida. Sin un rasguño. ¿Pero cómo regresan ahora a sus vidas todos los que fueron físicamente afectados por el accidente?

Nunca sabemos dónde empieza la cadena de acontecimientos que nos lleva a la muerte. Fisiológicamente, empieza con el nacimiento, incluso podemos decir que empezamos a morir desde la concepción, pero hay un momento definitorio en donde, en total inconsciencia, decidimos con nuestras acciones cómo vamos a morir. Y a quiénes vamos a afectar en el proceso. ¿Cómo será el fin de mi camino? Lo único que se hoy, es que NO será pasándome un alto, ni viajando en auto sin el cinturón bien puesto.

(A pesar de la gravedad del accidente, el conductor herido sobrevivió, recuperó la consciencia, pudo declarar sobre sus acciones y fue retirado de la escena en ambulancia, según me reseñaron después los testigos de todo el drama.)

febrero 13, 2011

Casas y hogares

¿Casa, hogar, hotel de lujo? Lo que sea, pero yo quiero ir a recuperarme ahí
¿En qué momento una casa se convierte en un hogar? ¿Es en cuanto alguien la habita, o tiene que suceder algo más? ¿De qué o de quién depende ese proceso?
En esta noche de domingo, viendo mi hogar todavía medio empacado en cajas de cartón, dentro de un nuevo departamento en una nueva colonia de una vieja ciudad... me pregunto cuándo me sentiré en mi hogar.

Nos mudamos hace casi una semana. Estos días han sido un torbellino arrasador, he pasado la mayor parte del tiempo luchando contra un cansancio extremo (producto de más de un mes de preparar la mudanza sin dejar de trabajar en la oficina) y tratando de acomodar lo que queda de mis muebles. Porque para complicar más el asunto, tuvimos que reducir nuestras pertenencias al mínimo necesario para caber en una vivienda de la tercera parte o menos de nuestro hogar anterior. Pero eso ha sido una bendición, ya que entre toda la familia veníamos cargando muebles y chucherías con varias décadas de servicio. Por mucho significado histórico que tuviera, esa mesa-de-centro-de-herencia-familiar... ¡ya me tenía hasta el gorro! Y así, muchos otros mueblecillos y electrodomésticos adornan ahora otras casas, sea porque los vendí baratos o porque los doné al Ejército de Salvación (¡salvada fui por ellos!) Ahhh, por primera vez en mucho tiempo estoy buscando sala y otras cosas, y eso se siente bien.

Para colmo, la semana previa al gran cambio mi computadora sufrió un grave accidente y el disco duro murió tras una heróica lucha contra sus heridas. Con él se fue toda mi colección de fotos (lo se, mea culpa por no respaldarlas) así que en lo que rehago mi archivo tendré que ilustrar el bló con imágenes prestadas. Es más, ni siquiera se donde quedó mi cámara. Ni mis tejidos en curso. Ni la mitad de mis neuronas.
Lo que sí se es que mis tortugas quedaron en un hogar donde las cuidan bien; mis perros regresaron a su primera casa a vivir con sus hermanos, junto a una familia que los quiere como nosotros los quisimos (queremos) y que el famoso gato Boris ya se recupera del trauma que le representó el viaje y el encuentro con su nueva casa. Casa, todavía.

De nuevo en el D.F. Ciudad de mis amores y de mis enconos. Otra vez estoy aquí, trátame bien por favorcito.

Con cariño y agradecimiento a todos los amigos y amigas, colaboradores y desconocidos que nos han ayudado tanto en esta empresa. Que nuestro mérito y el potencial positivo que logremos en este lugar sea de beneficio para todos los seres.

febrero 02, 2011

Hibernando

La autora de este blog tiene muuucho que decir y muy poco tiempo actualmente para hacerlo en forma, así nos tomamos un descanso blogueril y regresamos en un par de semanas (o menos) con chismitos y locuras varias.
Por lo pronto, el blog descansa pero la escritora/ejecutiva/ama-de-casa/esposa/chilanga-transplantada no, ¡así que nos leemos pronto! Por ahí paso a visitar.
¡Salú!

Ahhh, qué envidia... Realmente necesito vacaciones...

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