febrero 17, 2011

Medio segundo

O menos. ¿Cuánto tiempo toma el decidirse a hacer algo? No hablo de las Grandes Decisiones caviladas durante días o meses, sino de esas pequeñas cosas que decidimos momento a momento. Medio segundo. Un parpadeo. Un cuarto de latido. Esas decisiones que cambian una vida. O varias.

Hace unas noches un hombre que transitaba en su auto por una gran avenida decidió pasarse un alto. Decidió hacerlo a gran velocidad. Y quién sabe cuántos minutos antes, decidió no abrocharse el cinturón de seguridad. Luz roja, pisa el acelerador a fondo, sí pasas, sí pasas... No, no pasas. Golpe inevitable de otro auto, volcadura, rechinidos, chispas, humo, y otro golpe terrible al chocar contra un anuncio en la acera. El hombre salió disparado del auto y quedó sobre la banqueta, con el carro volcado de costado sobre sus piernas. Otros conductores tuvieron que frenar repentinamente y sufrieron también golpes, un auto pequeño de modelo reciente quedó deshecho cuando otro lo impactó por atrás, el auto que tenía la luz verde quedó inservible... quién sabe cuántas personas fueron afectadas por el choque principal. Incluyéndome. Incluyéndonos.
Mi esposo y yo vimos desarrollarse la escena cuando nos bajábamos de un taxi apenas unos metros más allá, justo frente a todo. Estábamos a punto de cruzar la calle para ir exactamente a la esquina donde quedó el auto incrustado en el anuncio. Unos segundos de diferencia, una pequeña decisión de más o de menos...

Mucha gente corrió a ayudar a los afectados, incluso el taxista que acababa de darnos servicio. Volvieron a poner el auto volcado sobre sus ruedas para liberar al herido, que se veía muy mal. Nosotros nos retiramos, angustiados como todos los demás que coincidimos en ese momento en esa esquina. De vuelta a nuestra vida. Sin un rasguño. ¿Pero cómo regresan ahora a sus vidas todos los que fueron físicamente afectados por el accidente?

Nunca sabemos dónde empieza la cadena de acontecimientos que nos lleva a la muerte. Fisiológicamente, empieza con el nacimiento, incluso podemos decir que empezamos a morir desde la concepción, pero hay un momento definitorio en donde, en total inconsciencia, decidimos con nuestras acciones cómo vamos a morir. Y a quiénes vamos a afectar en el proceso. ¿Cómo será el fin de mi camino? Lo único que se hoy, es que NO será pasándome un alto, ni viajando en auto sin el cinturón bien puesto.

(A pesar de la gravedad del accidente, el conductor herido sobrevivió, recuperó la consciencia, pudo declarar sobre sus acciones y fue retirado de la escena en ambulancia, según me reseñaron después los testigos de todo el drama.)

2 comentarios:

mispapelicos dijo...

Qué terrible experiencia.Hay que vivir cada segundo como si fuera el último y no tomar la vida a la ligera.
Qué buen ejemplo has puesto aquí. Me alegra mucho que todo saliera bien al final, pero qué susto, ahhhhhhhhhhhhhh.
Gracias corazón por tu amable comentario. te he echado mucho de menos.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXX

Ale dijo...

.... por un pelo de rana,,, diría yo... pero ese pelo de rana estaba friiamente calculado para que tú siguieras aquí ;D .. no hay errores ;).. besotes grandes,,, curese de espanto ;P diría mi abuelita....

.. oyeee... de la gorriza,, me daba penilla,, no es muy ético andar pregonando,, pero... con tal de prenderle el foco a alguien más.. ¿¿nos la aguantamos?? jaja,, digo,, por que vas en el paquete :PP ora si byeee....

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