diciembre 09, 2011

Vejestorios 3 - Buenas intenciones

Durante mi más reciente incursión a los mercados de antigüedades (bueno, mercados es mucho, apenas es el segundo al que asisto) encontré una pieza interesante. Ahhh, pero primero, les muestro un par de aretes producto de una compra anterior.

No son cristales, al menos las piedras grandes son de plástico. Pero se ven bien, ¿no? Y siempre con los broches de tornillo que tanto me gustan.
El par verde tenía el mismo diseño que el morado, con  tres filas de "brillantes" al final. Pero al ponérmelo me veía demasiado... formal, según yo. Así que tijera en mano le quité dos de esas filas. Me gusta como quedaron, y curiosamente también me gusta como se ve el otro par, tal cual está. Considerando que costaron apenas treinta pesitos cada par y que son de manufactura modesta, creo que no constituye un sacrilegio el haber modificado los aretes verdes.
Esto me lleva a mi más reciente compra. Se trata de un brazalete repleto de piedras brillantes, seguramente son cristales. El diseño es encantador, los colores me gustaron mucho... pero lo que me convenció de comprarlo fue el hecho de que en el broche tiene un sello con la marca. Intuí que sería una buena pieza y lo adquirí, aún cuando el precio era relativamente caro para mi presupuesto de neo-coleccionista-frugal: $150.00, hasta ahora mi compra más cara.
La cadenita es una medida de seguridad, el broche a la izquierda se asegura en el último eslabón de la derecha
Aunque traía los lentes de leer en la bolsa no tuve el cuidado de ponérmelos al revisar (dos veces) el brazalete. Con toda confianza pagué y de inmediato me lo puse. Al llegar a casa lo revisé con cuidado... y me encontré con una buena y una mala noticia. La buena es que el sello grabado en el broche indica que la pieza es de la marca Coro, una muy prestigiada marca de joyería de fantasía de los Estados Unidos, que estuvo en funciones desde principios de los 1900 hasta 1979. Así que mi brazalete tiene más de 30 años de antigüedad (por lo menos) y es de una marca muy buscada por los coleccionistas hasta la fecha. ¡Yeeiii! 

Ahora la mala: la pieza está en un estado deficiente, le faltan algunos cristales, otros fueron reemplazados y al menos uno está (inexplicablemente) puesto al revés. Incluso tiene un cristal tipo baguette de color azul, cuando debería ser verde. Desde el punto de vista del coleccionismo, eso le resta mucho si no es que todo el valor. Pero desde una perspectiva humana... me pregunto quién habrá hecho esos arreglos que, aunque bien intencionados, no fueron del todo exitosos.
¿Sería la dueña original, en un intento de sacarle más años de uso a una de sus pulseras favoritas? ¿Sería la primera persona que "heredó" esta pieza? ¿O la misma vendedora que la hizo llegar a mis manos? ¿Un arreglo o muchos en diferentes épocas? Para mí, ese halo de misterio es suficiente para sonreír cada vez que veo mi nueva joya vintage.
Así que en el mismo tenor, arreglaré una vez más el brazalete, pues me queda algo justo y resulta incómodo después de un buen rato de usarlo. Porque oh sí, lo voy a usar mucho más.

2 comentarios:

Carmen Tye dijo...

hay...
si las piezas hablaran..

Lindas joyas comis!

Lanezi dijo...

Solo venía a dejarte un saludito, pues hace tiempo que no me paseo por los blogs; pero no puede evitar leer tooodas las entradas que tenía atrasadas; es siempre entretenido venir a ver qué cuentas.

Un beso

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